Imagen de una de las fincas en las que cayeron las aeronaves tras chocar en el aire. | Redacción Sucesos

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«Estaba tumbada en el colchón en la piscina. En un momento dado, nos pasó por encima un helicóptero, me llamó la atención y comencé a seguirlo con la mirada. Nunca imaginé lo que iba a suceder después. Recuerdo que gritaba niños, fuera del agua que nos cae un avión encima», apunta María, vecina del Camí Vell de Costitx y testigo del accidente aéreo que causó siete muertes este domingo en Mallorca.

«Las hélices del helicóptero tocaron una de las alas del ultraligero y tras el impacto, el aparato comenzó a dar vueltas sobre sí mismo, echar una gran cantidad de humo y perder altura. En cuestión de segundos, el helicóptero estaba envuelto en llamas. La avioneta, también perdió el control y salió disparada perdiendo altura, pero en sentido opuesto», añade María.

Auxilio a las víctimas

José María, otro testigo que se encontraba de comida dominical en la zona, apunta: «Escuchamos la explosión y nos asustamos mucho. Una de las aeronaves cayó a menos de 200 metros de nuestra posición. Acto seguido, unos chicos jóvenes salieron corriendo para tratar de auxiliar a las víctimas y tuvieron que romper el candado de la finca para poder entrar. La avioneta (ultraligero) estaba en llamas y le tiraron agua. Cuando llegaron los bomberos los chicos ya tenían el fuego más o menos controlado. Hay restos metálicos por todo. Trozos de las aeronaves por los tejados, restos de las alas en una finca, planchas de alumnio esparcidas por varias fincas y las hélices del helicóptero con restos de sangre junto a la carretera», concluye.

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Joan Carbonell, amigo de una de las víctimas, acudió al lugar donde cayeron las aeronaves. Una vez allí, dialogó con los agentes de la Guardia Civil y afirmó que Juanjo Vidal, el piloto del ultraligero fallecido había despegado del aeródromo de Binissalem, cerca del lugar donde se produjo el trágico accidente.

«Era un chaval estupendo. No tengo palabras en estos momentos. «Os puedo decir que era valenciano, estaba casado y no tenía hijos. Su mujer lo ha visto todo desde el aeródromo de Binissalem; ha visto la humareda y me ha dicho que lo ha visto caer», comentaba Carbonell, visiblemente afectado. «Lo único que puedo deciros es que escuchamos un ruido tan grande que no sabíamos si era una explosión, un trueno o unos disparos. Luego vimos la avioneta y el helicóptero con mucho humo y fuego», señala Cati Payeras, otra de las testigos del siniestro.

Rotos de dolor

En el Camí Vell de Costitx este domingo no se hablaba de otra cosa. Vecinos mallorquines de toda la vida muy unidos y rotos de dolor por la tragedia. A pleno sol, algo más de 36 grados, fueron varias las mujeres que salieron a la calle con botellas de agua y vasos de plástico para ofrecer agua fresca a los guardias civiles, policías locales, bomberos, políticos y periodistas. Todos intentaban mostrarse fuertes ante la tragedia, pero de puertas adentro no podían evitar soltar alguna lágrima y abrazarse para tratar de superar esta pesadilla que jamás podrán olvidar.

Una psicóloga del 112 estuvo presente toda la jornada en la zona cero para asistir a familiares, vecinos e integrantes de los equipos de emergencia al igual que una ambulancia del 061.