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¿Qué está pasando en Palma? De un tiempo a esta parte se suceden los actos de vandalismo salvaje callejero y la Policía Nacional y la Policía Local se ven impotentes para atajar esta oleada de incendios intencionados. El penúltimo asalto ocurrió este viernes de madrugada, cuando unos pirómanos quemaron parte del gran castillo infantil del Parc de sa Riera, uno de los más emblemáticos de Ciutat. La broma le costará al Ayuntamiento 300.000 euros.

El parque cerró a la medianoche, en su horario de verano. Sin embargo, acceder al interior es muy sencillo. No hay vigilancia ni cámaras y allí duermen indigentes y toxicómanos. Últimamente, un grupo de vándalos la ha tomado con el recinto y ya han quemado un torete mecánico, han destruido el huerto urbano, han arrasado los aspersores del agua y han pintado las paredes con gratifis.

Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. Sobre las cinco de la madrugada un vecino de la calle Jesús alertó de que la torre principal del castillo infantil estaba envuelta en llamas. Desde la distancia era una pira. Hasta el parque se desplazaron agentes de la Policía Nacional y de la Policía Local, así como los bomberos, que hicieron lo que pudieron para contener el fuego.

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Desde el principio quedó claro que el origen era intencionado: habían colocado un colchón y tres sacos con maderas en la base de la torre, que aceleraron la propagación del siniestro. Con las primeras luces del día quedó claro el alcance de los daños. La regidora de Infraestructuras, Angélica Pastor, visitó las instalaciones y condenó este nuevo ataque pirómano. La torre y el pavimento se consideran irrecuperables y los técnicos trabajarán para recuperar los toboganes.

Cristina Malagón y Dolores Ramos, de la escuela infantil Canicas, que acuden a jugar cada día a ese parque, se mostraron indignadas con lo ocurrido: «No hay derecho a lo que han hecho. Es un castillo de juegos muy frecuentado por familias y ahora no podrán venir en mucho tiempo porque ha quedado precintado», apuntaron.

Un operario reconoció que los incidentes en sa Riera son continuos, sobre todo de noche: «Aquí los energúmenos campan a sus anchas, no hay vigilancia de ningún tipo. Queman cosas, destrozan mobiliario y pintan paredes. No hay cámaras ni vigilancia», denunció.