Rafael Pantoja, con el rostro cubierto por una capucha, en los juzgados de Vía Alemania. | Alejandro Sepúlveda

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La Fiscalía solicita una condena de dos años de cárcel para el asesino de ‘Sacri’ por acoso y coacciones antes de asesinarla en la tienda de muebles Conforama de Palma en noviembre de 2018. La víctima, Sacramento Roca, a la que conocían como ‘Sacri’, confesó a sus amigas más íntimas días antes del crimen que tenía miedo de su ex, Rafael Pantoja.

‘Sacri’, que trabajaba como cajera en el establecimiento de la calle Aragón, cuatro días antes de que la mataran tras once puñaladas, denunció que le habían pinchado las ruedas del coche. Desde el primer momento sospechó de su expareja. Pantoja, vigilante de seguridad y aficionado al culturismo, no aceptaba la ruptura sentimental. Los investigadores sospechan que el acusado colgó anuncios sexuales con el número de móvil de la víctima.

«Ya te olvidé. No ha sido muy difícil porque no vales la pena para nada». Este fue uno de los múltiples WhatsApps que Rafael Pantoja envió a Sacramento Roca poco antes de acabar con su vida. Estaba obsesionado y despechado con ella.

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Horas antes de ese mensaje, a las 21.37, Pantoja se justificó por haberle enviado una conversación con otra mujer y escribió a ‘Sacri’: «No era para usted». Ella le cortó: «Deja de mandarme mensajes. Y de acosarme». El asesino se disculpó: «No volverá a pasar, le pido perdón por mi error. No era para usted». Sacramento, desesperada, insistió: «Que dejes de escribirme».

A las 21.44 horas, el vigilante le envió otros dos WhatsApps que borró al instante. Cuatro minutos después volvió a la carga: «Le repito que no era mi intención molestar y que no volverá a pasar. Le pido disculpas».

Pantoja, que se encuentra en prisión preventiva desde entonces, acudía a menudo a Conforama. Paseaba por la tienda, silbaba y se hacía el despistado, pero ‘Sacri’ estaba incómoda porque sabía que la estaba vigilando.