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El 12 de octubre de 2017, a las 20.08 horas, un agente del Grupo de Blanqueo de la Policía Nacional escribió en el chat de wasap que compartía con el juez Manuel Penalva y el fiscal Miguel Ángel Subirán. «No hay buen ambiente de trabajo, así no vamos hacia ningún sitio. Por favor, recapacitemos todos y hagamos algo por cambiar. Tenemos que ir todos a una, nosotros no somos el enemigo». El empresario Bartolomé Cursach, el «enemigo», llevaba siete meses en prisión provisional acusado de 17 delitos como organización criminal, homicidio, narcotráfico o corrupción de menores.

La investigación del ‘caso Cursach’ continuaba, pero el clima entre el juez, fiscal y policías se había enturbiado. «Calmaos todos que el enemigo está fuera de nuestro grupo. Ya hemos llegado casi al final del camino. Sé que todos estamos muy cansados y con ganas de acabar, pero lo tenemos al alcance de la mano para acabarlo bien y que estos hijos de puta vayan donde tienen que ir que es a la cárcel. Este es nuestro único objetivo y en el que tenemos que estar más unidos que nunca». El juez Penalva intentaba motivar a su equipo.

El 12 de octubre, a las 20.27, el juez escribió otra vez en el grupo. «Todos a una como los Mosqueteros». Un minuto más tarde volvió a insistir. «Recordad que somos los intocables». Y a las 20.29 añadió: «Acabaremos con ellos pero para eso unión, calma y templanza». Las ansias por terminar con el «enemigo» acabaron con ellos. El éxito se les atragantó. El juez fue recusado y el Grupo de Blanqueo reestructurado.

Los inspectores de la Policía Nacional que han analizado los teléfonos de los policías han encontrado «hechos de extrema gravedad» cometidos presuntamente por Penalva, Subirán, dos inspectores, un subinspector y un policía. Los autodenominados ‘intocables’ o ‘Mosqueteros’.

El 20 de abril de 2016, uno de ellos escribía: «¡Madre mía! Como alguno de nosotros perdamos el móvil y alguien encuentre estas conversaciones...».

El teléfono no lo perdieron. Se lo incautaron a los policías por orden judicial y tras analizarlos descubrieron indicios criminales. «Habría existido una presunta trama por parte de todos los actores de la instrucción del ‘caso Cursach’ que habría cometido de forma concertada y continua presuntos delitos de revelaciones de secretos y omisión del deber de perseguir delitos».

Los policías que han elaborado un extenso informe concluyen que esos delitos «solo serían la punta del iceberg y no podrían entenderse como delitos autónomos, sino en el marco de lo que parece una organización para delinquir».

El documento hace referencia a los wasaps de la llamada ‘operación Sancus’ en la que los investigadores convertían «en enemigos personales a todos aquellos mandos policiales, testigos, letrados, funcionarios... que cuestionan sus actuaciones». Los autores del informe señalan que instauraron «un clima de terror» entre investigados, letrados y policías.

En ese mismo chat hubo tiempo para risas, bromas y comentarios machistas. Uno de los policías pidió a la inspectora que llevase «escote» porque «’El Ico’ se ha enamorado y dice hasta que mató a Manolete». Los ‘intocables’ se mofaban de un conocido abogado de Palma. «Seguro que está encendiendo un puro con un billete de 500 y dos putas al lado (una rusa rubia y una negra de ébano)», dice un policía. «Es un payés. Estaba gordo de gin tonic», responde el juez. El grupo de WhatsApp de los ‘intocables’ ha sido eliminados.