Un hombre fue condenado ayer por un juzgado de lo Penal a dos años de prisión por un delito de revelación de secretos al reconocer que grabó una conversación que tuvo su expareja con un amiga en un bar de Palma sin que esta le diera su consentimiento.
La conversación la registró con su móvil después de dejarlo en la mesa que compartían ambas mujeres en el local. Más tarde se la envió a otra persona.
Discusión
Los hechos, según la Fiscalía, tuvieron lugar sobre las 10.00 horas el 11 de mayo de 2018. El acusado se encontró en un bar con la mujer con la que había mantenido una relación sentimental. Ella estaba con una amiga. Tras el encuentro se inició una discusión entre ambos. Poco después, y tras anunciar que iba al lavabo, dejó su móvil en modo grabación en la mesa que compartían su expareja y la otra mujer sin que nadie le hubiera dado permiso.
Al volver del servicio se refirió a ambas en los siguientes términos: «Voy a escuchar lo que habéis hablado y se lo voy a mandar a los que habéis comentado», tal y como se refleja en el escrito de acusación del Ministerio Público. Asimismo, y dirigiéndose a su antigua novia, le dijo que era una «promiscua» y una «zorra».
La grabación de móvil acabó enviándosela a una persona ajena a la situación que se había creado en el local. Además de los dos años de cárcel por revelación de secretos, que no cumplirá tras quedar suspendida la pena, el procesado no podrá acercarse a su expareja a menos de 500 metros ni podrá comunicarse con ella en un plazo de cinco años.
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Para que se sepa; una conversación puede ser grabada y usada como prueba en un juicio siempre que el que la graba sea uno que participe en la misma, aunque el otro interlocutor no esté informado de que se está grabando la conversación. Otra cosa muy diferente es hacer lo que ha hecho este hombre, aunque hablasen de él, ha grabado una conversación ajena sin consentimiento.