Melanie y Megan Kingston, Natasha da Silva y Mandy Knowles, este miércoles, en Santa Ponça. | Alejandro Sepúlveda

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Los familiares de Rem Kingston tomaban café este miércoles por la tarde en la terraza de un apartamento con vistas a una piscina comunitaria del edificio Picasso, en la calle Mont Aneto de Santa Ponça. Natasha da Silva, su pareja, estaba de vacaciones en Costa Rica cuando le contaron que Rem había desaparecido, a las 05.00 horas del pasado viernes, cuando iba a bordo del ferri Hypatia de Alejandria, de Baleària. «Hemos buscado por Palma, por los monumentos, las iglesias y el castillo de Bellver», cuenta Da Silva en un español fluido. «Vamos a imprimir fotografías suyas para distribuirlas por la ciudad».

Natasha da Silva, Megan Kingston, la hermana del inglés desaparecido y Mandy Knowles, su tía, se han desplazado a Mallorca para apoyar a la madre del joven en estos días eternos. «Hemos buscado por todos lados. Rem estaba paranoico, hablaba mucho de castillos y de historia. Hacía conexiones entre lugares históricos. Pensamos que se ha refugiado en algún sitio histórico de Mallorca».

El día que desapareció estaba con su madre de madrugada en el camarote. Se dirigían a la Isla para disfrutar del apartamento que ha comprado este año la mujer en Santa Ponça. «Se encontraba muy agitado. No sabemos por qué. Pensamos que era por su enfermedad mental. Le dijo a su madre que necesitaba un poco de aire. Megan le dijo que esperase a que se cambiara porque iba en pijama. Rem le dijo que no hacía falta, que volvía enseguida».

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La madre del británico, al cabo de media hora, dio la voz de alarma a la tripulación del barco. El personal del Hypatia de Alejandria lo buscó durante el desembarco en Mallorca.

Nadie vio salir a Rem, de 31 años y nacido en Essex, Inglaterra. No era la primera vez que desaparecía. En el año 2014 se marchó de su ciudad y lo encontraron cuatro días más tarde en Escocia. «Estaba muy deprimido. No sabemos por qué se marchó tan lejos, pero poco después le diagnosticaron su enfermedad mental», explica su pareja, que vive con el joven en Luxemburgo.

«¿Y por qué pienso que está vivo?», reflexiona, de repente, Natasha. «Porque estaba muy paranoico, se sentía perseguido, y no creo que una persona que tiene tanto miedo sea capaz de saltar de un barco. Yo creo que se ha escondido en alguna parte de Mallorca. No sé dónde».