El hombre condenado, en el banquillo de la Audiencia Provincial. | Alejandro Sepúlveda

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La pareja se conoció en una red social. Quedaron dos veces en Segovia, donde residía el acusado, y a principios de diciembre de 2016 el hombre se trasladó a vivir al domicilio de la mujer, en Inca. A la segunda semana de convivencia empezó el calvario de la mujer. Malos tratos diarios, insultos, amenazas y agresiones sexuales continuadas hasta que la víctima denunció en enero de 2017. La pesadilla duró un mes.

El hombre aceptó una condena de 10 años de cárcel este en un juicio que tuvo lugar en la Audiencia de Palma. El acusado, de 34 años y nacionalidad marroquí, se declaró culpable de un delito continuado de agresión sexual, amenazas y maltrato habitual en el ámbito familiar. También admitió 21 años de alejamiento de la perjudicada y la expulsión del país el 12 de enero de 2020.

La Fiscalía sostiene que el hombre trataba a su pareja de manera degradante, insultándola con expresiones como «desgraciada» o «las mujeres no servís para nada». El procesado obligó en varias ocasiones a su novia a mantener relaciones sexuales «usando la fuerza cuando ella se negaba o se resistía». Era habitual que la obligara a practicarle una felación durante la siesta después de comer.

Uno de los episodios denunciados ocurrió el 14 de diciembre de 2016. El acusado buscaba tener relaciones sexuales y ante el rechazo de la mujer, que tenía la menstruación, la forzó y le dijo que «cuanto más le dolía, más se excitaba». La perjudicada sufrió lesiones en la zona clavicular derecha e izquierda y en los genitales.

El 9 de enero de 2017, el hombre propuso a la víctima que se casaran y tras la negativa de ella, por el escaso tiempo de relación que llevaban, comenzó a insultarla. Le dijo que firmaría los papeles aunque fuera muerta.