El líder del PP, Pablo Casado, durante su intervención en el Congreso. | Javier Lizón

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El brutal asesinato de Laura Luelmo ha colmado de dolor a millones de ciudadanos de toda España, en medio de condenas unánimes, muestras de solidaridad y mensajes en redes sociales que han dado la vuelta al país. Solo faltaba que el duelo por ella traspasara la delicada línea del debate partidista.

En la gran hoguera de Twitter abrían la veda el siempre polémico portavoz adjunto de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, y el que podría ser su antónimo ideológico y en las redes, el líder de Vox, Santiago Abascal. «Quienes hoy claman por la cadena perpetua son quienes siempre hablan de denuncias falsas y de feminazis», arremetía Rufián contra Vox.
No acababa ahí la diatriba de Rufián, que reclamaba a Abascal que si «de verdad» quiere luchar contra los asesinatos machistas debería evitar el «populismo punitivo» y «creer más» a las mujeres.

Abascal, raudo al tuit, reprochaba que políticos como Rufián, «todos ellos, progres o comunistas», se opongan a la cadena perpetua para evitar que «sus amigos terroristas» se pudran en la cárcel. «Desde que Vox se fundó, en caliente y en frío, exigimos la cadena perpetua para este tipo de asesinos y violadores. No son reinsertables -ni lo merecen- a pesar de lo que diga el buenismo progre. Los criminales así deben vivir y morir en prisión», zanjaba Abascal.

Tras este incendio en las redes solo era cuestión de horas que la discusión terminara enfangando también el debate parlamentario.

El líder del PP, Pablo Casado, aludía hoy a la cuestión aprovechando su «cara a cara» con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la sesión de control en el Congreso, la última del año.

Casado expresaba su solidaridad con la familia de Luelmo y pedía que no se derogue la prisión permanente revisable, vigente desde 2015.

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Sánchez le ha recordado que este castigo «existe ya» en el Código Penal y «no ha evitado» el asesinato de Laura, y ha insistido en que el Gobierno está esperando a lo que decida el Tribunal Constitucional sobre esta medida.

A Casado, de inmediato, han sido muchos los que le han afeado que sacara el tema a colación, apenas unas horas después del trágico desenlace.

La presidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha criticado que Casado «haya utilizado el dolor» por el asesinato de Luelmo para una «intervención política», algo que considera «inexplicable» e «improcedente» por parte de un cargo público.

Bastante más contundente ha estado la portavoz de Unidos Podemos, Ione Belarra, que ha calificado la intervención de Casado de «absolutamente infame» y ha comparado su actitud con la de los «vendedores de armas» que ante cualquier crimen abogan porque todo el mundo vaya armado por la calle.

«Déjenos en paz porque no necesitamos pistoleros ni prisión permanente revisable, lo que necesitamos son políticas públicas que nos protejan antes de que nos maten, ¡basta ya!» ha espetado Belarra a Casado.

También ha estado duro el portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, a quien le repugna que se haya utilizado el dolor para hacer reivindicaciones políticas desde la tribuna.
Ha salido en defensa de Casado el portavoz adjunto del PP, Rafael Hernando, que ha pedido al Gobierno, el PSOE y a Ciudadanos que aclaren de una vez si están a favor o en contra de la prisión permanente revisable.

Para Hernando, lo verdaderamente repugnante no es que se debata sobre este asunto, sino que en España se puedan cometer asesinatos como el de Luelmo. «Lo que le pediría al señor Girauta y a otros como la señora Calvo es que reflexionaran sobre el intento que tuvieron en su día de derogar la prisión permanente revisable».