Margarita Pavón y Natalia Rodríguez en el Paseo Mallorca, en Palma, durante la entrevista con este diario. | Alejandro Sepúlveda

TW
6

Este domingo hace cinco años que la entonces adolescente Malén Zoe Ortiz se bajó a las tres y media de la tarde de un autobús, en la rotonda de Los Piratas de Magaluf, y empezó a caminar hacia Son Ferrer, para reunirse con su novio Dani. Tenía quince años y nunca llegó. Un lustro después, su madre Natalia Rodríguez y su abuela Margarita Pavón conceden una entrevista a Ultima Hora y dejan muy claro un punto: «Nunca, nunca jamás, dejaremos de buscarla».

Para la progenitora «el dolor, la impotencia y la tristeza es enorme, pero luego surge la esperanza. Es algo cíclico. Imagino que es la forma de no volvernos locas. Por eso, para mi madre y para mi es una catársis juntarnos este fin de semana con otras familias de desaparecidos en España, en el Festival de la Esperanza de Córdoba». Para Margarita Pavón, su situación actual se resume en tres palabras: «Vivimos sin alma».

«Ese maldito día»

Noticias relacionadas

A Natalia, aunque hayan pasado 1.825 días desde la desaparición, la misma pregunta le martiriza una y otra vez: «¿Con quién se encontró Malén ese maldito 2 de diciembre?». No es el único interrogante del caso. Ni mucho menos. La abuela insiste en que es «increíble que en un lugar como Magaluf, a esa hora, nadie viera ni escuchara nada. No lo puedo entender». A la entrevista, las dos mujeres coraje llegan cargadas con carteles que han ido diseñando, y que resumen su rabia y frustración por la falta de noticias. «¿Cuando se levante el secreto de sumario habrá sorpresas?», «¿Por qué después de cinco años no tenemos respuestas a todas estas preguntas?». Y la más importante de todas: «¿Dónde está mi hija».

Para las dos mujeres, la tensión emocional es tal que les es muy difícil hacer una vida normal. O incluso tener una vida. «Nunca llegué a imaginar que esta pesadilla durara tanto. Pero lo que me rescata es el amor hacia mi hija. Sus recuerdos los tengo tatuados a fuego en mi alma. Son recuerdos que me roban una sonrisa. Son mi esperanza de volverla a ver».

Natalia y Margarita agradecen los esfuerzos de la Guardia Civil, de la delegación del Gobierno y el apoyo incondicional del Ayuntamiento de Calvià, pero no entienden la ausencia de novedades en el caso. «¿Se pudo haber hecho más?», se cuestionan. Y luego dejan caer una inquietante posibilidad: «¿Los que han declarado hasta la fecha han dicho la verdad?».