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La Fiscalía ha pedido 79 años de prisión para un celador de un geriátrico acusado de maltratar y violar a nueve ancianas la Nochebuena de 2015, una de las cuales murió poco después, y el pago de 125.250 euros en indemnizaciones, que exige que la Generalitat asuma de forma subsidiaria.

En la sección tercera de la Audiencia de Barcelona se ha iniciado hoy el juicio contra el empleado del geriátrico, J.R., a quien el ministerio público acusa de cuatro delitos de lesiones leves, cinco delitos de agresiones sexuales y un delito de homicidio cometido por imprudencia grave, al entender que la anciana murió seis días después de los hechos por la conmoción que le provocó la agresión. Los hechos, que se han juzgado este lunes en la Audiencia de Barcelona, tuvieron lugar la noche del 24 de diciembre del año 2015 en la residencia «Ítaca» de Arenys de Mar (Barcelona).

Según detalla el escrito de la Fiscalía, el acusado, durante su jornada laboral, entró en las habitaciones de nueve internas, que tenían todas más de 80 años y sufrían deterioros cognitivos graves, para golpearlas con fuerza e intentar penetrarlas vaginal y analmente con objetos.

El acusado, ante preguntas de su abogada, ha tachado de «barbaridad» las acusaciones y ha reiterado que «no le entra en la cabeza» que pudiera hacer algo así.

J.R. ha explicado que la tarde de los hechos, antes de entrar a trabajar al geriátrico, estuvo en dos bares diferentes con grupos de amigos bebiendo alcohol y consumiendo, a las 18 horas, una sustancia que él creía que era cocaína.

A partir de ahí, ha declarado, perdió toda consciencia y no recuerda «nada» de lo sucedido. «No soy consciente de nada, mi siguiente recuerdo es despertarme en casa de mis padres a las 13 horas del día siguiente», ha dicho.

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El acusado, que no contaba con la formación necesaria para ser cuidador, ha reconocido durante el interrogatorio que no le gustaba su trabajo, pero que siempre se mostró «alegre» y «bromista» con las internas.

Una de las víctimas, según recoge el ministerio público en su acusación, falleció seis días después de los hechos a causa de un infarto, previo traumatismo craneal, derivado, según el ministerio público, de las agresiones sufridas el día 24 de diciembre.

El hijo de la mujer fallecida ha declarado que, en primera instancia, la residencia les comunicó que su madre se había despertado con un «pequeño morado», pero que estaba «bien».

Horas después, la anciana fue trasladada al hospital de Mataró (Barcelona) y su hijo pudo ver que su estado era mucho más grave de lo que originalmente le habían dicho.
«Tenía la cara hecha un mapa, era terrible, estaba claro que no era un morado», ha declarado.

A partir de ese día, ha detallado, sus hijos «nunca» pudieron volver a comunicarse con su madre, ya que ésta se encontraba en un estado de shock postraumático en el que no respondía a ningún tipo de estímulo.

El juicio continuará a lo largo de las próximas dos semanas en la sección número 3 de la Audiencia de Barcelona con los testimonios de otros trabajadores del centro, familiares y personas relacionadas con la causa.