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El autor confeso de acuchillar y matar a un policía municipal en un bar del barrio madrileño de Vicálvaro en agosto de 2017 ha mostrado este miércoles en el juicio su arrepentimiento y ha pedido perdón a la familia de la víctima, y ha declarado: «Ojalá se me aplicara la pena de muerte, la aceptaría ahora mismo».

Así lo ha expresado Manuel C. en su derecho a la última palabra en la sesión final del juicio oral, con jurado popular, celebrado en la Audiencia Provincial de Madrid.

La fiscal, que ha elevado de 19 a 22 años su petición de prisión en sus conclusiones definitivas, ha trasladado al jurado en su informe que no hay dudas de que el acusado actuó con premeditación y plenas facultades mentales, y que así lo demuestran las pruebas practicadas durante el juicio.

Entre ellas, ha señalado que atacó a la víctima por la espalda sin posibilidad de defenderse como acreditaron los testigos que estaban en el bar, y que una vez que la víctima intentó defenderse, aunque ya estaba herida de muerte, el acusado le acuchilló de nuevo.

En la primera sesión del juicio Manuel C. confesó que mató al policía municipal y alegó que estaba bajo los efectos del alcohol y las drogas y que por su trastorno mental tuvo una paranoia, y declaró: «Pensé que venía a matarme y lo acuchillé».

Sin embargo, la fiscal ha destacado que con esa declaración el acusado pretende justificar sus actos echando la culpa a las drogas y al trastorno que sufre. «Pretende que se crean un acto de fe, y esa no es la acción de un juez y ahora ustedes son los jueces», ha explicado al jurado popular.

Ha añadido que en este sentido, las pruebas practicadas solo señalan que el acusado pudo tomar drogas tres días antes del crimen y no aclaran cuándo, cuánta y qué pureza tenían dichos estupefacientes, así como que el procesado solo presenta un «deterioro cognitivo leve».

Para la fiscal no se determina que Manuel C. actuase bajo los efectos de las drogas ni que su patología influyese en sus actos.

Además ha precisado, que, aún así, esas circunstancias no justifican que el acusado siempre actuase «fuera de sí».

Por su parte, la defensa, que ha pedido la absolución y el internamiento en un centro psiquiátrico durante 10 años, ha expuesto que el acusado no actuó con premeditación, pues además de que no se encontraba en plenas facultades, «una persona no planea un asesinato en un bar lleno de testigos».

De este modo, ha continuado, lo que le llevó a matar a la víctima fue «la idea que se creó en la cabeza», y ha alegado que según las pruebas practicadas el acusado tiene tres patologías, trastorno doble de la personalidad, consumo de alcohol y drogas y deterioro cognitivo leve.

Una combinación, ha señalado su abogada, que desembocó en un «cóctel molotov» por parte del acusado la noche en la que llevó a cabo el crimen.

No obstante, ha finalizado, Manuel C. «confesó los hechos porque sabía que estaba mal», pero no tuvo «la capacidad de frenar sus intenciones, motivadas por una idea paranoide o un episodio psicótico por el consumo de cocaína y alcohol».