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Se defendió. La autopsia ha desvelado que el rumano degollado en Cala Pi se intentó defender de su agresor (o agresores) y sufrió una paliza brutal, con fracturas de costillas, en el esternón y en un brazo, así como golpes en casi todo el cuerpo.

En la espalda presentaba contusiones provocadas con una barra y en el pecho tenía la marca de un nudillo. El TAC clínico al que fue sometido su cuerpo también ha descubierto que sufrió un neumotórax, por dos puñaladas a nivel supraclavicular, que le alcanzaron un pulmón. Los cortes en la sudadera que llevaba coinciden con esas cuchilladas.

El corte del cuello es de unos 20 centímetros y no se descarta que fuera degollado post mortem, quizás para asegurarse de que estaba muerto. Es una herida tan profunda que llegó a las vértebras. La investigación ha concretado que el asesinato se produjo entre el sábado por la noche y el domingo de madrugada, es decir, dos días antes de ser hallado el cuerpo por un buscador de setas.

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La fractura de cúbito en el brazo derecho y otros cortes evidencian que Vasile M., de 49 años, se enfrentó al asesino e intentó de forma desesperada defenderse. Tal y como adelantó Ultima Hora, tenía la camiseta subida, señal de que lo habían arrastrado.

La Guardia Civil está tratando de acotar las compañías que frecuentaba el ciudadano del Este, que contaba con antecedentes en la Policía Nacional por robos. El ajuste de cuentas es la principal hipótesis que barajan los especialistas del Grupo de Homicidios.

El hecho de que en los últimos días haya llovido de forma copiosa en Cala Pi ha dificultado la labor policial, sobre todo la búsqueda de huellas o pelos en el cadáver.