Aspecto de una calle de Sant Llorenç tras la riada mortal. | Efe

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Un juzgado de Manacor ha abierto diligencias para determinar qué pudo provocar la ola gigante que arrasó parte del municipio de Sant Llorenç el fatídico 9 de octubre. Una de las hipótesis que se manejan es que algún tipo de construcción ilegal pudo originar un ‘efecto dique’ que agravó las consecuencias de la riada a su llegada al municipio, pero todo está aún por determinar.

La investigación se ha iniciado porque los técnicos expertos que han examinado la zona han concluido que el comportamiento del agua fue completamente anormal y temen que algo ajeno al torrente pudo provocar esa anomalía. Existen imágenes tomadas en el momento en que el agua llega al municipio en las que se aprecia perfectamente que la llegada no fue gradual, como sucede en este tipo de fenómenos, sino que se produjo de forma repentina.

En la imagen se aprecia que el agua ya entra en el municipio con una altura de casi un metro. Conforme el agua arrasaba parte del pueblo, la ola fue creciendo hasta alcanzar los cinco metros de altura en su pico más alto. Para entonces, el primer metro y medio de altura ya no era agua sino barro arrastrado por el torrente.

Los especialistas que investigan qué sucedió en Sant Llorenç han hecho una recreación digital del comportamiento del agua en el torrente desde que empieza a formarse la avenida, en el cauce superior de la montaña. La recreación permite ver a las claras cómo se van formando dos corrientes de agua en dirección al municipio, procedente cada una de ellas de un torrente. En el que llega de ses Planes, el agua desciende a una velocidad normal pero en un punto antes de llegar al municipio parece remansarse y la velocidad disminuye para coger fuerza repentina poco antes de entrar en la zona habitada del pueblo.

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Esa circunstancia es la que hace sospechar que algo pudo detener el agua momentáneamente y provocar un embalsamiento inesperado que, al desbordarse, se convirtió en una ola de destrucción. La recreación muestra cómo el agua sigue con una fuerza insólita y anómala hasta Son Carrió, donde la velocidad comienza a disminuir hasta llegar a s’Illot, donde ya presenta una velocidad normal para este tipo de fenómenos.

Los técnicos especialistas han realizado, además, un peinado de la zona con drones para tratar de detectar con exactitud dónde se remansó el agua y ver qué provocó ese ‘efecto dique’.

La presencia de coches en el lecho del torrente agravó las consecuencias de la ola, ya que fueron arrastrados por el agua. Su fuerza destructora se multiplicó con los vehículos pero el origen está en un punto anterior del torrente.

Las investigaciones están aún en una fase muy inicial por lo que nadie se atreve a descartar nada, incluido que finalmente se archiven si se concluye que todo se debió a la fuerza destructora de la naturaleza. Por el momento, hay una enorme discreción ante la magnitud de la desgracia, que costó la vida a trece personas.

La construcción está prohibida en una franja de 20 metros junto a los torrentes a su paso por zonas urbanas, pero muchos municipios de las Islas se han asentado precisamente junto a torrentes, por lo que hay construcciones anteriores en zonas inundables. Es el caso de Sant Llorenç. Sin embargo, ya hace años que tampoco se construye en la zona más vulnerable del pueblo.