El Acusado, durante el juicio. | Alejandro Sepúlveda

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La Fiscalía ha pedido este lunes una condena de 2,5 años de prisión por homicidio por imprudencia grave para un conductor que chocó frontalmente contra la moto de un guardia civil que murió en el accidente en junio de 2009 y la acusación particular ha pedido 15 años por homicidio doloso y conducción temeraria.

En el juicio celebrado este lunes en el Juzgado de lo Penal número 3 de Palma, la defensa ha pedido la absolución al considerar lo ocurrido una falta de lesiones con resultado de muerte, y como petición subsidiaria, en el caso de que el juez determine que ha sido homicidio por imprudencia leve, ha solicitado que la condena sea de 3 meses al aplicar la atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas.

En el turno de última palabra, el acusado ha pedido perdón a la familia del fallecido. «No tengo palabras para pedir perdón a las personas aquí presentes. Son cosas que pasan, que a veces uno no tiene el control», ha asegurado. «No voy a aliviar el dolor de los perjudicados pero pido perdón, de corazón, lo siento», ha añadido.

En su declaración ante el juicio, que ha quedado visto para sentencia, el acusado ha dicho que el choque frontal ocurrió cuando invadió parcialmente el carril contrario al asomarse para adelantar a un camión.

Ha explicado que se dirigía por la carretera de Alcúdia hacia Palma a primera hora de la mañana para comprar y que el accidente se produjo cuando se asomó para adelantar a un camión y no tenía visibilidad.

Ha insistido en que solo invadió parcialmente el carril contrario y en que lo indicó con intermitente. Ha dicho que no consumió alcohol y tampoco medicación antidepresiva y ha señalado que llevaba la misma velocidad que el tráfico que iba por su carril.

El compañero del agente fallecido, que circulaba tras él a algo de distancia, ha descrito el accidente «como una explosión» que ocurrió cuando un turismo invadió «totalmente» la trayectoria por la que circulaban y chocó frontalmente contra su compañero sin que tuviera tiempo de reacción.

Otro conductor que circulaba tras las motos ha explicado que vio como salía volando una de las motocicletas y su conductor. Ha dicho que el turismo con el que impactó frontalmente invadió el carril contrario y «le dio de lleno» a la moto. Ha añadido que no vio ningún camión y que aunque había tráfico en dirección a Palma, no era como para tener que adelantar.

El agente que instruyó el atestado del accidente ha indicado que fue un choque muy violento y directo porque no había huella de frenada ni derrape anterior, por lo que se trata de un impacto frontal en el que se sumaron las velocidades a las que circulaban la moto y el turismo que circulaban en direcciones opuestas.

Ha detallado que cuando interrogó al conductor del turismo cuatro días después del accidente, en el hospital, tras salir de la UCI, le contó que estaba tomando medicación contra la depresión.

La fiscal ha pedido una condena por homicidio por imprudencia grave porque, aunque el acusado asegura que quería asomarse para adelantar un camión, ningún testigo directo del accidente vio dicho camión y además, según ha declarado un perito, éste habría sufrido algún daño en el accidente por la trayectoria posterior que tomó el turismo tras impactar con la moto.

Considera que el conductor «se lanzó» al carril contrario. Según la fiscal, realizar dicha maniobra de manera despreocupada e irreflexiva es lo que convierte la imprudencia en grave, porque no es una mera falta de atención, no tomó la más mínima precaución y no hubo frenada previa.

Pide una condena de 2 años y 6 meses de prisión, teniendo en cuenta las dilaciones indebidas aunque una parte de ellas no es imputable a la Administración de Justicia sino al acusado. También solicita su expulsión de España.

En nombre de la familia del fallecido, la acusadora particular ha pedido una condena de 15 años por homicidio porque considera que el acusado no estaba en condiciones de conducir un vehículo a motor el día de los autos y «a pesar de eso cogió el coche, siendo consciente de que no era adecuado conducir».

Cree que sufría una depresión y que debía ser grave porque se le prescribió tratamiento con anxiolíticos y antidepresivos, según consta en su expediente médico, según le dijo su entonces esposa a la Guardia Civil y el propio conductor, aunque hoy lo haya negado.

La defensa considera que no hay prueba de esa supuesta ingesta de medicación y ha pedido la absolución. Ha destacado que incluso el propio atestado del accidente formula cuatro hipótesis del accidente, entre las cuales figura la del acusado de un adelantamiento fracasado.