El condenado, a la derecha con camisa azul, durante el juicio | Guillermo Esteban

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La magistrada que presidió la semana pasada el juicio con jurado contra un profesor acusado de matar a su mujer en noviembre de 2016 en el barrio palmesano de Son Cotoner le ha impuesto una pena de 22 años de prisión por el delito de asesinato con alevosía.

Asimismo, el condenado, de 51 años, tendrá que indemnizar a los con 400.000 euros en concepto de daños morales a los hijos de la víctima, a los que no se podrá acercar a menos de 200 metros durante 32 años.

El pasado viernes el jurado declaró al acusado culpable de asesinato con alevosía y tanto la Fiscalía como la acusación particular solicitaron para él una condena 25 años de prisión, la pena máxima por ese delito contemplada en el Código Penal.

La defensa pidió una condena de 10 años por asesinato y anunció que recurriría la sentencia por discrepar del veredicto.

El jurado, por unanimidad, declaró probado que acusado el profesor mató a su mujer tras acudir «a la vivienda siendo consciente de sus actos y que tenía premeditado cometer el crimen con alevosía».

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El acusado y la víctima se habían casado en julio de 2016 y en el momento en el que ocurrió el crimen, cinco meses después, vivían en domicilios separados por desavenencias maritales, según declaró probado el jurado.

Con 8 votos a favor y 1 en contra, consideró probado que el acusado acudió al domicilio en el que residía su mujer «con el propósito de acabar con su vida», tal como revelan contenido de la carta y las notas dejadas por el acusado una vez cometido el crimen.

Los hechos comenzaron en la cocina de la vivienda cuando, en el curso de una discusión, el acusado «propinó varios puñetazos» a su mujer en la cara, causándole varias heridas, según revela el informe de la autopsia, explicó el portavoz del jurado en la lectura del veredicto.

«Posteriormente, hallándose desprevenida, y con la intención de acabar con su vida, cogió una tetera de forja y asestó a Celia repetidos y violentos golpes en la cabeza», una agresión que le causó hasta 16 heridas y un abundante sangrado.

Como consecuencia de los golpes, la mujer «cayó al suelo, donde permaneció inmóvil durante un tiempo indeterminado» y a continuación el acusado la trasladó al cuarto de baño, según recogió el veredicto. «Una vez allí, con la intención de acabar definitivamente con su vida la agarró fuertemente del cuello, presionándola por la laringe» y la mujer, de 56 años, murió como consecuencia de un cuadro de asfixia por estrangulación.

En el juicio quedó probado que la mujer careció de toda posibilidad de defenderse tras la gran pérdida de sangre que sufrió en la cocina, y el acusado aprovechó esa incapacidad física.