«Han pasado 52 meses desde aquel maldito día, pero yo creo que una persona desaparece del todo cuando la dejan de nombrar y de buscar. Con Malén eso nunca ocurrirá», afirma rotunda su madre. | Alejandro Sepúlveda

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Es una auténtica madre coraje y en estos 52 meses desde que la adolescente Malén Ortiz desapareció sin dejar rastro en Magaluf no ha dejado de creer ni un solo día que su hija está viva: «Late, lo sé. Es un pálpito de madre». Natalia Rodríguez ha hecho de la esperanza su bandera: «Esto o volverme loca». Y aunque hayan pasado casi 1.600 días desde que la menor se esfumó cree que algún día la volverá a abrazar: «No existen milagros sin esperanza».

¿Cuándo llegaron a Mallorca?
—Malén tenía tres años. ¿Quiere que le cuente una cosa? Recuerdo que al poco de llegar, en 2002, paseaba con ella por las Avenidas y nos paramos ante unos carteles que había por la calle, de una chica desaparecida que se llamaba Ana Eva Guasch. Malén me dijo: ¿por qué sale esa chica tan guapa en la foto? Ironías de la vida, once años después fue mi hija la que desapareció.

Usted mantiene una buena amistad con la madre de Diana Quer, la joven que desapareció en Galicia y apareció asesinada.
—Con Diana (la madre) hablo a menudo. Esta mañana me ha enviado una canción preciosa que se titula Esperanza, que ha hecho Kevin Morro con M. Moncada, y que habla de Malén, de Diana, de Marta del Castillo, de Gabriel y de otros muchos desaparecidos. Hay tantos. Diana siempre me dice: ‘Tú tienes algo que yo no tengo: esperanza. Malén puede volver en cualquier momento; Diana no’. Ella me da fuerzas a mí, habiendo enterrado a su hija hace tan poco.

El caso del niño Gabriel ha sido una conmoción nacional...
—Porque se ha dado visibilidad a una problemática social que estaba allí. Crees que nunca te tocará, pero no es así. Le pasó a un niño de ocho años, pero podría haber sido cualquiera. Con el pequeño Gabriel ha habido un antes y un después.

Todos los expertos coinciden en un punto: ese 2 de diciembre de 2013 Malén tuvo que subirse al coche de un conocido.
—Malén siempre fue muy madura y con las ideas muy claras. Llevaba un patinete, una mochila y muchas pulseras. Si la cogen a la fuerza, algo se cae. Y no fue así. Además, era la zona del vivero, tras bajarse del bus en la rotonda de Piratas, y era horario de salida de alumnos. Había gente. Esté dónde esté, no está sola. De igual manera que no se fue sola.

La última vez que habló con ella le contó algo inquietante.
—Sí, fue a mediados de octubre de 2013. Me pidió que le firmase una autorización para ir a un psicólogo. Me preocupé y le pregunté por qué, pero sólo me dijo: «Algún día nos sentaremos y te lo contaré». Malén era muy hermética. No sé qué podía ser tan importante para ella. Por eso me hago continuamente la misma pregunta: ¿A quién podía hundir con lo que iba a contar al psicólogo?

¿Sigue llamando cada semana a la Guardia Civil para saber si hay progresos en la investigación?
—Hablo mucho con ellos y siempre me dicen que están trabajando en el caso, que no lo dejan. Es un buen equipo y yo confío en ellos. Pero hay un secreto de sumario y nadie tiene acceso a los detalles de la investigación más que ellos. Y como es lógico no cuentan los avances.

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¿Se ha sentido apoyada?
—Al principio fue terrible. Recuerdo que llamé a la Cruz Roja para pedir ayuda psicológica y me dijeron que por los recortes no podían. Luego me ayudaron en el Institut de la Dona. Y en el juzgado, en la Oficina de Atención a las Víctimas, hay dos psicólogas muy competentes. El Ayuntamiento de Calvià ha sido un diez, son como de la familia ya. Y la Guardia Civil también. El coronel Jaime Barceló me dice que no quiere jubilarse sin tener con nosotros a Malén. Es un gran hombre. Y en Ultima Hora siempre me habéis ayudado mucho.

Una chica de Son Sardina se hizo pasar por Malén en Facebook...
—Eso fue devastador. Pensé que por fin iba a abrazar a mi hija pero cuando la Guardia Civil asaltó la casa no estaba allí. No sé cómo esa chica consiguió la clave de Malén. Mira por dónde, ahora somos vecinos de barriada. Su madre nunca me llamó para disculparse.

Estuvo hace poco con el ministro Juan Ignacio Zoido.
—Bueno, fue por videoconferencia. Le pregunté si no sería conveniente aunar todos los esfuerzos policiales cuando se da un caso de desaparición. Como con la peregrina asesinada, en el que participaron Interpol, FBI y la policía española. Hay buenas intenciones, pero faltan medios técnicos y humanos.

Para usted, Malén está viva.
—Mi pálpito de madre me dice que sí. Que late. Han pasado 52 meses desde aquel maldito día, pero yo creo que una persona desaparece del todo cuando la dejan de nombrar y de buscar. Con Malén eso nunca ocurrirá.

«El Iphone de Diana Quer pudo aportar pistas, el de Malén era muy viejo»

En el caso de Diana Quer, su móvil Iphone encontrado por los investigadores pudo aportar pruebas al caso. Con Malén, esa posibilidad se antoja más difícil: «Llevaba una BlackBerry muy vieja, sin GPS. Se desconectó unos minutos después de desaparecer».

Natalia Rodríguez, que está en contacto con muchas familias de desaparecidos en España, considera que no todos los casos tienen el mismo protagonismo: «Hay muchas familias en España con un ser querido desaparecido y no cuentan con esta difusión, caen en el olvido. Les hacen sentir que no todos los desaparecidos son iguales. Que hay de primera y de segunda. Eso es duro».