El acusado, en el juicio celebrado en una sala del juzgado de lo Penal 3. | Guillermo Esteban

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Tiene la mano izquierda como si fuera de «cartón». A fecha de hoy todavía no ha recuperado la movilidad completa. «Es una sensación un poco rara», admitió este miñércoles en un juicio un guardia civil que denunció a otro por una agresión en un bar de copas del Paseo Marítimo (Palma).

La supuesta agresión ocurrió la madrugada del 1 de septiembre de 2013. El perjudicado preguntó a tres chicas si conocían algún otro local por la zona. Alguien le dio una colleja. «Me giré, me dijo que era compañero y me estampó un vaso en la cabeza», apuntó la víctima. El herido puso el antebrazo izquierdo. No tuvo tiempo de reacción. El agresor le agarró del cuello, lo redujo y cayeron al suelo. «Estaba cebado conmigo, todo el rato golpeándome», indicó el afectado.

El acusado aseguró ante el magistrado titular del juzgado de lo Penal 3 que no le estampó ningún vaso en la cabeza al denunciante. «La situación era un poco cómica. Intervine porque vi que una persona ebria molestaba a mi novia. Lo único que hice fue mediar para que dejara a las chicas tranquilas», explicó. El agente dijo que el perjudicado le dio un cabezazo y le levantó el brazo. «Sólo lo inmovilicé para repeler su ataque», insistió. «Puede que se produjera las heridas cuando caímos al suelo en el forcejeo».

El agresor se marchó del local. «No esperé a la policía porque no sabía que se había hecho daño», manifestó el guardia civil, que sufrió un corte en la mano, pero tardó 11 horas en acudir al PAC. La víctima señaló que se tomó «dos copas», pero no dijo ninguna grosería a las tres chicas que estaban con el grupo del acusado. El herido estuvo tres días hospitalizado y dos años y tres meses en rehabilitación tras la paliza. Su vida no ha vuelto a ser igual. «Cada vez que me pongo el uniforme tengo miedo», lamentó.

Un amigo del denunciante que estuvo con él la noche de los hechos explicó que al intentar separar al agresor del perjudicado se manchó la camiseta de sangre. Fue antes de que los dos cayeran al suelo. El portero de seguridad del bar de copas apuntó que cogió al acusado cuando golpeaba a la víctima en el suelo. «Se me quedó grabado que su novia comentara que la víctima no le había dicho nada». Los amigos del presunto agresor coincidieron en que hubo un forcejeo, pero ninguno vio que le golpeara con un vaso de tubo. Una de las chicas a las que el denunciante preguntó no recordó que su amigo sufriera un cabezazo.