Imagen de una cámara de seguridad de El Rafita. | Efe

TW
14

Rafael García Fernández, alias El Rafita, es uno de los treinta detenidos en una macrooperación contra el robo y despiece de vehículos que ha llevado a cabo la Policía Nacional en la Cañada Real de Madrid, y que se suma otra de ámbito internacional en la que hay 13 detenidos más por delitos similares.

El comisario jefe de Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana de Madrid, Tomás González de la Oliva, y responsables de ambas investigaciones han informado de su desarrollo, que se ha saldado con ese total de 43 detenidos y con 130 hechos esclarecidos.

Se trataba de los dos grupos más activos que operaban en Madrid dedicados al robo y despiece de vehículos, y que han sido desarticulados en el marco de la operación genérica denominada Wagen, puesta en marcha por la Jefatura superior de Policía para coordinar la prevención e investigación de estos delitos.

Se han realizado un total de 30 entradas y registros en los que se han intervenido 49 coches, 15 de ellos sustraídos y 34 con piezas robadas. Además se están analizando más de 80 motores y centralitas para comprobar su procedencia
Entre los 30 arrestados de uno de los grupos, de carácter nacional y asentado en el poblado de la Cañada Real, está El Rafita, condenado por el asesinato y violación de la joven Sandra Palo en 2003, cuando él era menor.

Ahora, con 29 años y una treintena de antecedentes desde que es mayor de edad, ha decidido presentarse en comisaría acompañado por su abogado tras saber que sus tres hermanos habían sido detenidos en esta operación.
«Era uno más del clan», ha explicado uno de los mandos policiales.

Los mandos policiales han relatado que fue a mediados de 2017 cuando los agentes supieron de la existencia de dos grupos -uno internacional y otro nacional-, que actuaban de idéntica forma: robaban los coches bajo encargo para desguazarlos en pocas horas.

Las piezas eran vendidas en el mercado ilegal o enviadas a países europeos, Portugal y Polonia principalmente. Para el estudio y análisis de las piezas recuperadas ha sido imprescindible la colaboración de distintas empresas automovilísticas.

Se trataba de dos organizaciones «altamente especializadas», según lo expertos, con una estructura jerarquizada y en la que los encargados de robar los vehículos tenían grandes conocimientos de informática.
Para el traslado de los coches robados a sus talleres clandestinos utilizaban un coche lanzadera que avisaba si había policía por el camino. Contaban incluso con testaferros que ponían a su nombre los vehículos.

La organización internacional estaba formada fundamentalmente por personas de nacionalidad polaca y sus líderes enviaban algunas de las piezas a su país de origen y a Portugal.

El despiece de los coches lo llevaban a cabo en una nave industrial de Fuenlabrada que contaba con un sofisticado sistema camuflado de vigilancia desde donde podían observar continuamente la calle para detectar a la Policía.
La otra organización, de carácter nacional, utilizaba varias parcelas de la Cañada Real como talleres clandestinos y almacenes de piezas. Eran capaces de despiezar íntegramente un coche en dos horas.

Además de varios robos en Madrid, esta banda es autora de dos robos en la provincia de Toledo, uno de perfumes valorados en 90.000 euros.
En esta investigación ha colaborado la Policía Municipal de Madrid, y ambas operaciones continúan abiertas.