El acusado, alemán de 50 años, ayer en el banquillo de la Audiencia Provincial. | Guillermo Esteban

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La bebida que servía a las niñas de postre era una trampa. Contenía un somnífero y una droga psicotrópica que anulaba la voluntad de las pequeñas. El acusado, alemán de 50 años, admitió que drogó y abusó de una amiga de su hija en su casa de Binissalem, en 2013. El procesado aceptó tres años y siete meses de prisión.

El tribunal apreció la circunstancia atenuante de reparación del daño y de dilaciones indebidas. No ingresará en prisión. La condena se suspenderá durante tres años con la condición de que se someta a un curso de educación sexual y que pague una multa de 2.160 euros.

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El caso se destapó cuando una de las víctimas denunció. La niña, de 12 años, se quedó a dormir en el domicilio del acusado la noche del 23 de julio de 2013. El hombre suministró la bebida con somnífero y droga a la pequeña para adormecerla.

El alemán, cuando la menor dormía, se acercó a su cama, le levantó la parte superior del pijama y le tocó los pechos. La víctima se despertó y el hombre abandonó enseguida la habitación.

La niña, a raíz de estos hechos, ha seguido un tratamiento psicológico. Es posible que no haya sido su única presa.