La discoteca La Demence de Palma fue una de las presas de Cursach, según un extrabajador. Este testigo dijo que se reunió con el director de Tito’s, Jaime Lladó, el exdirector del Grupo, Tolo Sbert, y un alto mando de la Policía Nacional para «eliminar competencia». | Ultima Hora

TW
12

El empresario Bartolomé Cursach era «voraz». Un testigo, extrabajador de Tito’s, denunció en diciembre de 2015 algunas prácticas del magnate. Cursach, según este antiguo empleado, adquiría negocios que consideraba de su competencia. «Se aprovechaba de los recursos que tenía a su servicio, tanto policiales como administrativos, con los que presionaba a sus rivales para conseguir su propósito y adquirir el negocio a bajo precio».

La discoteca La Demence, en Gomila, fue una de las víctimas del Grupo Cursach. El testigo que denunció algunas de las prácticas de la empresa relató que mantuvo una reunión con Tolo Sbert, lugarteniente de Cursach, Jaime Lladó, director de Tito’s y un mando en la Jefatura Superior de la Policía Nacional. Desde el cuerpo policial le quitan credibilidad porque no aporta ninguna prueba en la investigación.

Redada

El testigo no pudo aclarar en su denuncia ningún dato más aparte de la descripción física del mando policial. Este agente les dijo que no podían hacer siempre las redadas en los locales de su competencia «porque era muy sospechoso y alguien se daría cuenta, por lo que harían una redada en su local y luego en La Demence».

La Demence se cerró el 31 de octubre del año 2008. El jefe con el que se reunieron los altos cargos del Grupo Cursach les avisó de que «no podía cerrar todas las discotecas que le hicieran la competencia». Primero realizaron una redada en Abraxas y encontraron cocaína a un camarero y una catana en un baño. No hubo sanción.

Más tarde registraron Level y hallaron siete colillas de porro. El local fue sancionado. Tuvo que hacer frente a 6.000 euros de multa y tres meses de cierre. Tolo Sbert, mano derecha de Cursach, actuaba con «impunidad» sobre las autoridades, tanto policiales como administrativas.

Los tentáculos de Bartolomé Cursach, encarcelado desde marzo, se extendían a todas las esferas, según este testigo. «Utilizaba sus contactos tan solo para asuntos más delicados y complejos, como por ejemplo para la obtención de la licencia de Pachá, la autorización de los aparcamientos del Paseo Marítimo o que se apruebe una ley a medida, la llamada coloquialmente como Ley Cursach. Las reuniones con altos cargos siempre se producían en una de las fincas que posee, donde, jugando a las cartas o al parchís trataban estos temas». Cursach era un estratega, un aficionado a los juegos de mesa. Así se desprende del sumario.