El acusado, de 62 años, durante el juicio en los juzgados de Vía Alemania. | Guillermo Esteban

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La Guardia Civil encontró cinco cebos con veneno incrustados en una pared de la finca de sa Talaia, en Santa Eugènia. Eran un paté con bolas pequeñas de color azul turquesa. Tenían el tamaño de una pelota de golf. La misma sustancia la hallaron en la casa de aperos del acusado y en cinco perros intoxicados de sus vecinos. Tres canes murieron. El propietario de la finca, cazador, negó este miércoles en un juicio que fabricara y distribuyera los cebos. «No maltrato a los animales, nunca he utilizado cebos con veneno para cazar».

Las investigaciones se iniciaron tras las denuncias de los vecinos en marzo de 2015. Agentes del Seprona de la Guardia Civil registraron la finca en abril. «Un operario que se había jubilado estuvo durante el registro», dijo el procesado. «Si hubiese tenido algo que esconder lo habría hecho desaparecer. Yo estaba muy tranquilo porque no había hecho nada».

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Los guardias civiles encontraron en la casa de aperos dos botes de paté. «Era para los gatos», matiza el cazador acusado. Los agentes vieron también un producto contra las plagas de caracoles, el Mesurol. Es un compuesto formado por pequeños granos azules. «Lo utilizo para atacar a los caracoles y a las orugas», aseguró el sospechoso. Los perros intoxicados de sus vecinos vomitaron esta sustancia.

El cazador explicó que en la finca, muy extensa, tiene varios perros. Podencos ibicencos, ca de bestiar, un rater y un collie. «Yo no fabriqué los cebos con veneno. Suelto a mis perros para cazar conejos y perdices. No tengo problemas con los vecinos», relató el hombre, que añadió que también se le murieron tres canes envenenados.
La Guardia Civil detuvo al cazador en agosto de 2015 por supuestamente envenenar a los perros. Le retiraron la licencia de armas. Ya no puede cazar. La vecina de una parcela colindante contó que dos de sus perros, ‘Taca’ y ‘Fosca’, fueron envenenados. Fosca ingirió más cantidad de paté con veneno y murió.

Un guardia civil que inspeccionó el terreno manifestó que el control de la plaga de caracoles con un cebo «de esa fisionomía no tiene sentido. Se aplica de otra manera. La carne llama a los predadores». La Fiscalía sostiene que el cazador colocó los cebos en las inmediaciones para eliminar animales depredadores como aves rapaces. Así favorecía la caza. El ministerio fiscal pide un año y medio de cárcel por un delito continuado de maltrato animal. El hombre ya fue condenado en 2004 por hechos similares.