Antònia Gassó muestra una de las multas que ha recibido. | Pilar Pellicer

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«Si dejas algo te lo tienen que devolver, ¿no?». Antònia Gassó, una vendedora de cupones de la ONCE jubilada, compró en el año 2007 un Citröen Xsara Picasso gris metalizado en Palma. La intención inicial era que lo utilizara su hija, pero como ya tenía uno se lo cedió a su yerno, el padre de sus dos nietas, hasta que se comprara un vehículo propio. Desde entonces, Gassó, que no cuenta con carnet de conducir, no ha vuelto a ver el coche y ha pagado más de 20.000 euros en multas de tráfico desde hace diez años.

«La última es de 2.400 euros y ya tengo otra esperando de 1.000. Más las de los municipales, que son 600 euros más. Todo esto sin saber dónde está el coche, lamenta Gassó, y añade que «lo he pagado todo porque si no me quitan el coche y además, como estoy jubilada, me lo retendrían de la pensión».

Explica que se ha dirigido a las oficinas de Tráfico donde le han explicado que «no pueden hacer nada y me dicen que vaya a la Policía Local. Voy y me indican que, como en su día le dejé el coche de buena voluntad, ahora no lo puedo denunciar. Pero si él tiene un BMW ahora, ¡que me devuelva el coche! Después de esto me puse tan nerviosa que se me fueron las fuerzas y desfallecí. Menos mal que me atendieron los agentes y que me acompañaba mi hija, por que sino no sé cómo podría haber vuelto a casa». «No me queda otra que ir a la Guardia Civil y denunciar que me han robado el coche», reconoce esta exvendedora de cupones.