La yegua, apartada en la cuneta, a la espera de la llegada del veterinario. El automóvil sufrió daños en la carrocería y en la luna delantera. | Redacción Sucesos

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Eran las 5.40 de la madrugada, todavía noche cerrada, cuando una yegua de dos años de edad cruzaba desorientada por la carretera Me-18, en dirección a Es Migjorn (Menorca), a poco más de un kilómetro del pueblo.

Una mujer de la misma localidad, de 46 años de edad, acababa de salir en dirección al aeropuerto junto a su hija de 12 años en el vehículo de su propiedad cuando, sin tiempo a reaccionar, se encontró al animal delante del coche unos metros después de un cambio de rasante. El atropello resultó inevitable provocando un fuerte impacto en la parte frontal derecha del automóvil, de la marca Ford, modelo Kuga.

«Ha sido como un relámpago, cruzaba de lado a lado de la carretera, iba desbocada pero no he sabido lo que era hasta después del golpe cuando he visto sus patas hacia arriba porque no he podido esquivarla», relató la mujer a este diario. La conductora se llevó un susto tremendo pero tanto ella, como su hija, que viajaba en la parte trasera debidamente sujeta, resultaron ilesas.

El animal corrió peor suerte. El impacto le provocó lesiones en dos patas además de fracturarle la espina dorsal.

La conductora dio aviso al payés de la finca de Ses Fonts Redones, de donde pensó que podía haberse escapado el animal dada la proximidad de las casas. El payés acudió de inmediato, aunque la yegua no era suya. El posterior aviso al 112 facilitó, minutos después, la llegada de la patrulla de la Guardia Civil de Tráfico que se hizo cargo del atestado y localizó al propietario del equino.

El mismo payés, con su tractor, consiguió desplazar al animal hasta la cuneta para retirarlo de la mitad de la calzada ya que las lesiones que había sufrido no le permitieron volver a ponerse en pie. Según algunos comentarios, antes del accidente la yegua ya había sido vista suelta por las inmediaciones.

El animal se había escapado de una cuadra próxima, que compartía con otros caballos, aunque como se pudo comprobar posteriormente, la yegua fue la única que se había fugado del lugar hasta acabar irrumpiendo, desbocada, en la carretera lo que, a la postre, le costó la vida.

Avisado un veterinario para examinar al animal este determinó la necesidad de sacrificarlo para evitar que se prolongara su sufrimiento en el mismo lugar del siniestro.