Xisco Gràcia relata como quedó atrapado en la cueva, el tiempo que pasó en ella y su rescate. | Alejandro Sepúlveda

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Las manos las tiene llenas de rasguños. El espeleólogo Xisco Gràcia se hirió al buscar el hilo guía en el interior de la cueva de sa Piqueta, en Cala Romàntica, el pasado sábado. Estuvo atrapado en una sala de 100 metros de longitud por 40 de ancho. Estaba a oscuras. Tenía poco aire. Sin reloj, perdió la noción del tiempo. Al final también perdió la esperanza. No podía dormir. Pensaba que habían transcurrido cinco o seis días cuando el Lunes de Pascua un gran operativo con buceadores y agentes del GEAS lo encontró. Xisco Gràcia, de 54 años, pasó la noche en el hospital Son Espases y este martes recibió el alta. Con ‘Júlia’, un ratero mallorquín en su regazo, atendió a Ultima Hora. Está muy agradecido a la gente que participó en su rescate. Y dice que quiere volver... extremando las precauciones.

—¿Cómo se encuentra?
—Bien, ya dispuesto para volver a hacer espeleología.

—¿Qué sucedió?
—Todo empezó por una rotura del hilo guía, que no suele pasar nunca. Es una cosa extrañísima. Nunca me había pasado desde que empecé en el año 94. Volvía de trabajar con Guillem Mascaró. Cuando salíamos yo iba a explorar una galería y él a hacer topografía de otras. Todo con visibilidad cero. Con el aire que teníamos no podíamos salir los dos. Yo consumo más aire, Guillem está más delgado así que tenía que volver él. Yo me quedé en la sala. Es de unos 100 metros de longitud y 40 o 50 de ancho. El problema era que la atmósfera estaba cargada de CO2. Durante estos dos días, aparte de comerme el coco, lo que hacía era reducir las actividades al mínimo. Me quedaban tres linternas auxiliares. Las utilizaba poco tiempo para orinar. Me quitaba el neopreno y enseguida me lo volvía a poner para no coger hipotermia. También iba a buscar agua al lago. Es salubre, pero bastante dulce, se puede beber.

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—¿Cómo es estar solo durante tanto tiempo?
—Nosotros estamos acostumbrados, pero no es lo mismo cuando hay un accidente de este tipo. La peor pesadilla para un buceador es quedarte en una sala terrestre, que no puedas salir y que no te encuentren.

—¿Era agobiante?
—Sí, mucho. El principal problema es este. No descansas, vas perdiendo fuerza, calorías, y por eso tenía que estar lo más tranquilo posible.

—¿Perdió la esperanza?
—Sí, al final pensaba que no me encontrarían porque Guillem no habría podido salir. A veces tenía visiones. Me parecía ver luz a oscuras, como si viniera alguien.

—¿Cómo fue el momento del rescate?
—Vi luz y escuché el ruido de las burbujas. Fui corriendo al agua porque el camino continúa. Era Bernat Clamor. Nos abrazamos y nos dimos un beso (ríe). Aún tenía que bucear durante una hora y media para salir.