Imagen de la Policía Nacional durante uno de los últimos dispositivos practicados contra la prostitución ilegal. | CNP

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Tercera operación policial en apenas un mes contra los entramados delictivos asentados en Palma dedicados a la trata de seres humanos. Agentes del Cuerpo Nacional de Policía procedieron a la detención de cinco personas y a la desarticulación de una peligrosa banda dedicada a explotar a prostitutas nigerianas en la zona de la Platja de Palma.

La investigación policial arrancó en el mes de abril de 2016 cuando una de las mujeres denunció ser víctima de explotación sexual, detallando la misma las condiciones denigrantes y vejatorias a las que estaba siendo sometida. También informó que los cabecillas de la banda le obligaban a ejercer la prostitución durante jornadas interminables de trabajo sin ningún día de descanso, sin posibilidad de elegir a los clientes, así como entregar de forma diaria el dinero ganado a sus tratantes.

Rol de la banda
Tras practicar una exhaustiva investigación, se consiguió señalar a todos los miembros de la organización criminal, identificando el rol que cada una de ellos tienen en el entramado criminal. La víctima encontes trató de escapar de los tentáculos de la banda, pero sufrió múltiples amenazas de muerte. Al no ceder a las presiones de sus jefes, fue su entorno familiar más directo, asentado en Nigeria, quien sufrió las amenazas tanto de muerte como de causarles graves daños a ellos y a sus bienes.

La presente organización criminal está liberada por un matrimonio, el cual se encargaba de explotar sexualmente a mujeres nigerianas, así como favorecer la inmigración clandestina de cuantas personas contrataran sus servicio. El ‘modus operandi’ de la organización consistía en captar en diferentes puntos de Nigeria a chicas en situación de especial vulnerabilidad. Para iniciar la ruta migratoria exigían a la víctima un aval personal, esto es, una persona de su círculo más cercano que, a partir de ese instante, si la mujer decidiera abandonar la organización criminal sería objeto de amenazas y coacciones.

La víctima fue sometida a rituales de vudú haciendo jurar un contrato de fidelidad a la red. Para poder saldar su deuda, la prostituta debería pagar 30.000 euros a la banda.