Un precinto en la verja exterior y en la puerta de la casa. | Alejandro Sepúlveda

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Bernardo Ferrá, el empresario que mató el jueves al novio de su exmujer en Santa Ponça y después se suicidó, remató de un segundo tiro a Juan José Piña cuando estaba gravemente herido en el suelo. La Policía Judicial de la Guardia Civil sospecha que el asesino llevaba días planificando su venganza y han constatado que vivía obsesionado con su exesposa y su nuevo compañero sentimental.

En los últimos meses, Bernardo Ferrá, de 65 años, presionó continuamente a Olga y Juan José para que rompieran. No aceptaba la separación con la mujer rusa, con la que llevaba desde 1998, y su entorno sostiene que estaba «como loco» por recuperarla. Sin embargo, Olga, de 36 años, estaba muy enamorada de su nuevo novio, que tenía su misma edad, e incluso habían hecho planes de boda, a pesar de que llevaban pocos meses juntos. En al menos dos ocasiones el empresario se encaró con ellos y se produjo un rifirrafe, que no fue a más.

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Esos dos casos no fueron denunciados a la Guardia Civil, ya que Juan José tenía una carácter «muy confiado y bondadoso»- según sus allegados- y pensaba que se trataba de una refriega sin más, y que con el tiempo la relación entre ellos se iría normalizando. El acoso del transportista de Calvià no quedó ahí. A su exmujer le repetía que se quitaría la vida si no volvía con él, para condicionar su relación con el joven y sabotearla.

La investigación de la Policía Judicial continúa y los agentes analizan la escopeta de caza utilizada por Bernardo.