El comisario Miguel Guerrero durante la entrevista con este diario. | Alejandro Sepúlveda

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En 1971 el subinspector de tercera clase Miguel Guerreno aterrizó en Palma. 44 años, nueve meses y 27 días después, el comisario Guerrero se jubila como número 2 de la Policía Nacional y con un hito histórico: haber sido el primer jefe que investigó hace dos décadas los maltratos y abusos a mujeres y niños.

El ahora comisario afirma que la década de los 80 fue «difícil» ya que «la cocaína y heroína llegaron por primera vez. En los setenta los delitos solían ser menores. Después pasamos a una agresividad inédita, generada por el consumo de estupefacientes. Los delitos se cometían bajo los efectos de drogas o para conseguirlas».

A principios de los 90, Guerrero dirigió el GRUME, el primer grupo policial que combatió los abusos a menores y el maltrato a mujeres. «Fue una iniciativa pionera. Atendíamos a menores atacados en su entorno familiar. Casi siempre temas sexuales. Cuatro años después pasó a ser GRUME-SAM, de atención a mujeres maltratadas».

Guerrero comenta que «la mentalidad de la época era que lo que ocurría tras las puertas de una casa debía quedarse allí. Muchos señores pensaban que su esposa era de su propiedad. No había conciencia social de que el maltrato era competencia de todos. Algunos maltratadores pensaban que su mujer era suya, como un coche o una lavadora».