Cristóbal Torrent, el acusado de matar a Juan Mascaró. | Alejandro Sepúlveda

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Varios testigos han relatado este martes que el acusado de matar a Juan Mascaró le amenazó con un cuchillo seis días antes del asesinato, un episodio que nadie denunció ante la policía porque así lo pidió el propio empresario, que dijo querer evitar que sus hijas se enterasen de lo ocurrido.

Tres guardias civiles que han declarado como testigos ante el jurado en la segunda jornada del juicio han contradicho la versión que dio este lunes el acusado de que el accidente en el que chocó contra el ciclomotor de Mascaró fue fortuito y leve.

Han explicado que los indicios que hallaron en el lugar del suceso y las marcas en el parachoques apuntan a que impactó fuerte al menos dos veces con la moto en un tramo de unos 60 metros, la segunda lo tiró, y lo arrastró unos metros por el suelo.

En cuanto a la pelea posterior entre los dos hombres, que acabó con la muerte de Mascaró por heridas de arma blanca, han detallado que le ocasionó al empresario menorquín 17 heridas: 8 en el cuello y la cabeza, 6 en el tronco y 3 en los brazos.

Los tres agentes consideran que la lesión que presentaba el acusado en el pecho, y que él atribuyó a que la víctima le clavó un cuchillo, fue autoinfligida.

Si bien el acusado admitió desde un primer momento la agresión a Mascaró tras el accidente, su versión «no casaba en absoluto» con los indicios, ha dicho un guardia civil. «Luego supimos que había ocultado, mentido y disfrazado cómo acontecieron los hechos», ha dicho el agente que instruyo la investigación.

Otra agente ha recordado que el acusado «estaba enfadado y al explicar los apuñalamientos no se arrepentía». «Recuerdo frases como que 'se irá al infierno'», ha detallado.

La exmujer del acusado y empleada de la limpieza de Mascaró ha relatado que su exmarido la amenazaba constantemente y la acusaba de mantener una relación sentimental tanto con el empresario como con otros hombres, y que el 11 de enero de 2013, seis días antes del homicidio, acudió al domicilio de la víctima, le insultó y le amenazó de muerte.

«Me dijo que me casara rápido, que me iba a quedar viuda porque lo iba a matar», ha explicado que le dijo su exmarido ese día. Ha añadido que el acusado llevaba varios meses merodeando por la casa del empresario y desde 15 días antes «iba más a menudo» por allí.

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La mujer ha descrito a su exmarido como una persona violenta y ha asegurado que sigue recibiendo amenazas suyas por carta desde la cárcel. «Tengo miedo cuando salga», ha afirmado.

El hermano de la limpiadora ha confirmado el episodio de amenazas ocurrido en casa de Mascaró, en el que estuvo presente y donde se interpuso cuando el acusado intentó agredir a su hermana. Ha explicado que su excuñado sacó un cuchillo e intentó herirle.

Luego acompañó a su hermana a la policía pero no presentaron denuncia porque el empresario les llamó por teléfono para pedirles que no lo hicieran, «que como era un pueblo pequeño, no quería que sus hijas supieran que allí había pasado algo».

Una amiga de Mascaró ha confirmado que el empresario le contó que el acusado «se había presentado en casa con un hacha y un cuchillo» y le amenazó de muerte. «Me dijo que pasó una vergüenza terrible y que no había denunciado porque no quería problemas», ha detallado.

Una psiquiatra que trató al acusado entre 2010 y 2012 por su alcoholismo, consumo de drogas y depresión a raíz de su separación, ha descartado que padezca un trastorno de personalidad y ha señalado que en todo caso presentaba «una personalidad impulsiva», motivada por dichos consumos.

Sobre lo que declaró este lunes el acusado de que el día del suceso había tomado alcohol, marihuana y cuatro veces más de la dosis de medicación que tenía prescrita, la psiquiatra ha detallado que el hombre tomaba ansiolíticos pero ha precisado que es un medicamento que «no influye en que empeoren los síntomas o sus actitudes».

El psiquiatra que lo trató después de 2012 tampoco apreció trastorno de personalidad y ha dicho que si se sumaba consumo de alcohol a la medicación para controlar la impulsividad que tenía prescrita, en un primer momento estaría «más sedado y más tranquilo» y luego el medicamento dejaría de tener efecto.

Las dos hijas de la víctima han declarado que habían oído rumores de que su padre mantenía una relación sentimental con su limpiadora, pero ambas le preguntaron y el hombre lo negó. Han explicado que reclaman ser indemnizadas y donarán el dinero a entidades benéficas.

Un amigo del acusado, un compañero de caza y el dueño de un bar que frecuentaba que han declarado como testigos han coincidido en describirle como un «bravucón», que decía frecuentemente que iba a matar a alguien, pero a quien no tomaban en serio.