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Más de medio millar de personas han despedido este domingo por la mañana en Navarredondilla (Ávila) al agente de Policía Nacional Francisco Javier Ortega, de 28 años, fallecido el viernes en Madrid tras ser arrojado a la vía y arrollado por un tren, cuyo cuerpo ha sido escoltado por compañeros.

La iglesia de Santiago Apóstol de esta localidad de cerca de trescientos habitantes, situada en el Valle del Alberche-Pinares, se ha quedado pequeña para acoger a los cientos de personas que han acudido a despedir al agente, por lo que más de doscientas han tenido que aguardar fuera del templo.

Una vez concluida la celebración eucarística, la hermana ha agradecido en nombre de la familia el consuelo de los asistentes, y afirmado que se siente «muy orgullosa» de la «gran persona» que era su hermano.

También se ha dirigido a su cuñada y a su familia, para agradecerles el «quererle tanto» y «hacerle feliz».

Las palabras de la joven se han visto interrumpidas por los cerca de cuatrocientos asistentes que han llenado el templo, mientras fuera de él formaban una veintena de miembros de la Guardia de Honor del Cuerpo Nacional de Policía de Ávila y varios agentes de la Guardia Civil.

Seis de los policías nacionales han sido los encargados de portar el féretro tanto al entrar como al salir del templo, además de llevarlo a hombros hasta el cementerio de la localidad, donde ha recibido sepultura.

Cubierto por la bandera de España, sobre el féretro descansaba un pequeño ramo de claveles blancos, la gorra oficial del agente y la Medalla de Oro al Mérito Policial que le fue concedida ayer a título póstumo.

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Cuatro coches fúnebres se han desplazado hasta Navarredondilla para portar una veintena de coronas en homenaje a Francisco Javier Ortega con mensajes como «Un buen amigo, una mejor persona» o «Siempre con nosotros, Javi».

En el interior del templo, custodiado por cuatro agentes de la Policía, el féretro ha sido recibido con una gran ovación por parte de los asistentes, entre los que se encontraba el abuelo de la víctima, Mariano, así como el jefe superior de Policía de Castilla y León, Javier Peña, y el subdelegado del Gobierno en Ávila, José Luis Rivas, entre otros.

El párroco de la localidad, Justo García, se ha referido en la homilía a su relación con los dos hermanos, que estudiaron en las Madres Benedictinas de El Tiemblo (Ávila), donde él impartía clase y donde los bautizó y dio su primera comunión.

Por su estrecha relación con ellos, el sacerdote ha confesado que para él hoy también era «un día muy doloroso».

«Vale más un minuto de silencio que mil palabras», ha reflexionado el párroco, quien ha calificado la muerte del agente de «inesperada» y «súbita», lo que «ha sumido en un gran desconcierto y en una profunda tristeza y dolor» al pueblo de Navarredondilla y a «todos los que le queríamos -ha dicho-».

Ha recordado que la vida no había sido fácil para Francisco Javier Ortega, aludiendo a su pronta orfandad, algo que le había puesto «muchas metas difíciles», aunque «a base de trabajo, constancia y tesón, así como la ayuda de su abuelo y sus tíos, pudo abrirse paso en la vida».

Igualmente, ha invitado a reflexionar y valorar, además de agradecer el «inestimable» servicio que prestan las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para «vivir en paz y libertad, a veces a un alto precio».