Agentes de la policía investigan las circunstancias en las que se ha cometido el crimen del dueño del bar El Gorli. | Alejandro Sepúlveda

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A bocajarro. El encargado de un bar de Porto Cristo fue tiroteado ayer mortalmente en el local y una de las hipótesis que baraja la policía es que se trató de un ajuste de cuentas. Ángel Abad Torres, de 61 años, recibió un disparo de calibre pequeño de pistola en el pecho y un segundo tiro en el cuello. Todo apunta a que conocía a sus asesinos.

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La víctima tenía alquilado el bar Gorli, de la calle d’en Bordills, desde hacía muchos años. Es un bar pizzería que funciona sólo los meses de verano y Ángel, cada mañana, lo abría sobre las siete. Ayer, a esa hora, unos vecinos lo vieron llegar. Sin embargo, no llegó a montar la terraza, como solía hacer. Entró en el establecimiento y parece ser que recibió la visita de varias personas: en la barra aparecieron unas tazas, que están siendo analizadas. Nadie escuchó o vio nada sospechoso pero, a la media hora, la mujer de la limpieza entró en el negocio y se encontró el cadáver de su jefe, detrás de la barra. Le habían asestado dos tiros a quemarropa, pero no había indicios de robo. La caja registradora no había sido forzada y Ángel llevaba encima su cartera, con cinco euros dentro. El Cuerpo Nacional de Policía se hizo cargo de la investigación y poco después se personaron en el bar los especialistas del Grupo de Homicidios de Palma, que buscaron huellas y otros indicios. Un dato que llamó poderosamente la atención de los investigadores es que los asesinos recogieron los casquillos de bala, para dificultar las pesquisas.

Durante tres horas, los agentes, dos forenses y una comisión judicial de Manacor permaneció en el interior del Gorli, intentando avanzar en la investigación, que no se presenta sencilla. La víctima, a la que hoy practicarán la autopsia, no se peleó con los agresores ni presentaba heridas de defensa, lo que supone que fue abatido a bocajarro. La hipótesis del robo no parece, pues, tener demasiado fundamento, aunque tampoco la descartan los policías. A las puertas del bar, la mujer, la hija y el yerno de Ángel Abad permanecieron toda la mañana, asimilando la terrible noticia.