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Padre e hijo por igual. La Fiscalía responsabiliza por igual a Antonio Llompart Mora, de 81 años y a su hijo Antonio Llompart Perún, de la muerte de la mujer del primero y madre del segundo María Luisa Perún. En sus conclusiones provisionales, el ministerio público reclama para el padre 23 años de cárcel por un delito de asesinato y otro de malos tratos y 20 para el hijo al que sólo responsabiliza del crimen.

El fiscal refleja en sus escrito de acusación que durante años padre e hijo maltrataron y humillaron a la víctima. Relata episodios como que el menor llegó a tirar un bote de leche condensada a la cabeza de la madre y que clavó unas tijeras en otra ocasión, todo ello con el beneplácito del padre. La situación desembocó en el crimen, ocurrido el 28 de febrero de 2013 en el domicilio familiar de la calle Rosselló y Cazador de Palma.

La versión de las acusaciones señalan que fue el hijo quien se abalanzó a la madre cuando ésta estaba en el recibidor y le dio un golpe con una mancuerna de tres kilos de peso en la cabeza. Después cogió un cable eléctrico y la estranguló. Durante todo ese episodio mantiene que el padre estaba «presente y en actitud estática ante tales agresiones sin interponerse siquiera ante su hijo, sin demandar auxilio, dando seguridad, tranquilidad y protección a la ejecución».

Malos tratos

La menor petición de pena para el supuesto ejecutor del crimen se explica porque la Fiscalía imputa un delito de malos tratos al padre y no al hijo, porque cuando los habría cometido era menor de edad.

En la misma línea que el ministerio público se sitúan las dos acusaciones particulares presentes: por un lado la abogacía del Govern, que reclama las mismas penas que el fiscal, y por otro las hermanas de la víctima, que solicitan condenas de 27 años de cárcel para cada uno de los dos acusados.

Las acusaciones no han dado verosimilitud a la última declaración de Llompart Perún. El hijo pidió comparecer en el juzgado para exculpar a su padre del crimen y asegurar que dormía cuando ocurrieron los hechos y que no se enteró de nada hasta que su madre ya había muerto. Su defensa califica los hechos como un homicidio imprudente al entender que el acusado no tenía intención de matar a su madre y que actuó en medio de una discusión en la que la víctima le reprochaba que hubiera destrozado su vida al tener un hijo cuando aún era menor de edad. La defensa del padre reclama su libre absolución y ha aportado una pericial según la que éste no se hubiera despertado por los gritos de la víctima.