Francisco José Fernández Cortés, durante la entrevista con este diario en su bar de Gomila. | Alejandro Sepúlveda

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Su currículum es arrollador: hijo de ‘La Paca’, hermano de ‘La Guapi’ y en la actualidad el rostro más conocido de Son Banya. Con tales credenciales, cualquiera pensaría que ‘El Ico’ es huidizo y esquivo. Todo lo contrario, en esta entrevista Francisco Fernández Cortés se sincera como nunca.

—Quién le iba a decir que acabaría regentando un antiguo bar gay en Gomila.
—Pero antiguo ¿eh?, que ya no. Ahora soy promotor y empresario y he cogido el Cavalli con mucha ilusión. Ya no vivo en Son Banya. Estoy en s’Hostalots, en la casa que era de la hermana de ‘La Parrala’.

—Su madre está presa en Alicante. ¿La ve a menudo?
—Dos veces al mes, más o menos. Está bien. El año que viene pediremos que salga de prisión. Piense una cosa: ‘La Paca’ no sabe escribir, ella chatarreaba. ¿Y entonces llega ella solita a ser la narco más grande? A mi madre la mete allí gente poderosa. La vaca da mucha leche.

—¿Ha vuelto a ver al ex jefe de Atracos ‘Pepote’?
—Pues sí, nos hemos visto. Tiene un restaurante en San Magín. ‘Pepote’ vale más por lo que calla que por cualquier otra cosa. Sabe mucho. Podría hacer un buen libro. A ‘Pepote’ lo queman por motivos oscuros, como a nosotros.

—Usted nunca ha estado condenado por drogas.
—Nunca jamás. Los políticos tienen mucha culpa de lo que pasa en Son Banya. Recuerdo que Ramón Socías, el exdelegado del Gobierno, cuando absolvieron a mi madre en la operación Kabul dijo que era triste que la absolvieran por temas legales. ¿Qué quería? ¿Que la absolvieran por temas ilegales?

—¿Qué tal con ‘La Guapi’?
—Nos peleamos mucho. Tiene mucho carácter. Se casó con un negro ecuatoriano y eso no me ha gustado. Yo soy de los que opina que España es para los españoles. Mis otros hermanos son José Pedro, que está metido en el culto y que estamos peleados; y ‘El Chenchu’, Juan Diego y ‘El Chirri’.

—¿Sigue obsesionado con los coches de lujo?
—Me apasionan, es verdad. Compré un Hummer que era de Eto’o y me costó 100.000 euros. Sólo las llantas de las ruedas ya costaban 30.000 euros. El Ferrari lo compré a una inglesa por 150.000 euros. Me gustó más el Ferrari que el Hummer. Ahora tengo un Porsche Cayanne y un Hummer.

—Y el dinero, ¿de dónde sale?
—No estoy en la droga, soy empresario. Eso ya no da el dinero de antes. A Son Banya van muchísimos menos compradores, porque nadie tiene un duro. Si antes pillaban dos kilos de coca en un registro, ahora 20 gramos. Si un comprador compraba un gramo, ahora compra una punta, que no es nada.

—En la época dorada, ¿cuánto se movía en Son Banya?
— Venían de 5.000 a 6.000 coches al día, lo que significa 4 ó 5 millones a la semana. Ahora ya no hay clanes grandes, todo ha cambiado. Y además está la crisis. Los que venden lo hacen para vivir, ya no es un negocio.

—¿De dónde le viene su afición por los monos?
— Bueno, a mi madre le gustan. A todos los gitanos nos gustan los gallos, los caballos y los monos. Es así.

—¿Va armado?
— Sólo llevo encima un cortauñas. Se acabó la época de guerrear con pistolas. Tenía 18 años, era muy joven. Tenía la pistola Glock del tiro en el Globo Rojo, y ya me condenaron por eso.

—El padre de Malén, la niña desaparecida, es su aliado.
— Ya no. No me fío de Alejandro Ortiz. No quiero saber nada de él, me asusta. Un día me reconoció que maltrataba a Malén y me dijo: «Soy un poco como los gitanos». Yo le respondí: «Yo soy un gitano del siglo XXI, no maltrato a mis hijos».

—¿Qué pasó entre ustedes?
— Muy simple, me di cuenta que teníamos muchos amigos en común. Y eso no es normal, ¿verdad? Por ejemplo, ¿usted tiene mis amistades?

—Creo que no.
— Pues eso. Él, en cambio, sí. Me dijo que era empresario del tema de aguas, pero luego tiene mis amistades. ¿Qué raro, no? También llamé a unos contactos muy buenos que tengo en Argentina y les pedí referencias de él. Lo que me contaron no me gustó nada.

—Ortiz djo que usted era muy humano.
— Me quiero desvincular de él. Venía cada dos o tres días a mi casa, pero ya no quiero más ‘ná’ con él. Cuando lea esto se enfadará bastante. Un día me dijo que entre amigos había recaudado 30.000 euros de recompensa, también muy raro ¿no?

—Ha adquirido la discoteca Cavalli y los pisos de arriba. Mucho gasto, ¿no?
— Los tengo en opción de compra. He vendido coches de lujo y me han devuelto fianzas, a mí y a mi mujer. Compro el Cavalli y por lo de arriba pedí un préstamo. Todo el edificio vale 600.000 euros, pero somos diez socios. O sea, que no todo lo pongo yo.

—¿Hay que cerrar Son Banya?
— Si es así, ¿qué pasará con los yonkis que hay allí? Son muchos. ¿Los soltamos por Palma? Esto es Mallorca, no Madrid. Si cierran Son Banya va a ser peor. Los clanes se irán a La Soledad, a Corea… a otras barriadas. Así habrá droga por todo. Y yonkis por todos lados. ¿Es eso lo que quieren?