El coronel Jaume Barceló respondiendo ayer a las preguntas de este diario, en el despacho de la Comandancia palmesana. | Alejandro Sepulveda Soler

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No le gustan las entrevistas, así que ayer fue un día incómodo para Jaume Barceló Huguet. El nuevo coronel jefe de la Guardia Civil de Balears se sometió a un tercer grado con la prensa isleña y repasó la actualidad.

—¿Qué opinión le merece su antecesor en el cargo, el coronel Basilio Sánchez Rufo?
—Bueno, creo que Basilio dejó el listón muy alto. De todos los mandos nos hemos de quedar con la parte positiva y hay que reconocer que Basilio no conocía Balears y en unos años consiguió grandes relaciones.

—¿Para cuándo estarán listas las obras de la Comandancia?
—Quizás en un mes y medio. Para la próxima fiesta del Pilar la celebraremos seguro aquí.

—Usted es el primer coronel que se lleva igual de bien con la Policía Nacional y la Policía Local.
—Somos hermanos. Eso sí, yo soy celoso de mis competencias. Como los periodistas son celosos de sus exclusivas. Me llevo estupendamente con el jefe superior del CNP, Antonio Jarabo, y con la cúpula de Jefatura: Guerrero, Villalonga, Cerdà, Jiménez...

—Usted sonó como jefe de la Policía Local de Palma.
—Y fue un honor para mí. Ya le digo, las relaciones son inmejorables.

—¿Cómo acabará el caso de Malén, la menor desaparecida?
—¿Sabe una cosa? En Mallorca tenemos en cuatro años 400 denuncias por desapariciones. Y casi todas se esclarecen. Pero Malén es el caso más difícil.

—¿Desaparición forzada o voluntaria?
—No descartamos nada, mantenemos todas las líneas abiertas. Estamos volcados en este asunto y hay muchísima gente trabajando.

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—Alejandro Ortiz, el padre, criticó duramente la investigación policial.
—En fin, entiendo el dolor de un padre, pero lo que no se puede negar es todo el trabajo que estamos haciendo. Sería injusto.

—¿Qué le parece a la Guardia Civil que el padre aparezca continuamente en la Televisión?
—Prefiero no opinar. Lo hace y ya está. La madre, en cambio, no lo hace. En cualquier caso, yo tengo un presentimiento: un día pasará algo y daremos con Malén. Lo que puedo prometer es que seguimos buscando.

—Últimamente tienen algunos crímenes sin resolver.
—Se están trabajando todos. El de sa Coma se hizo una investigación intensa y parece que el asesino era alguien de su entorno, que sabía que la víctima había cobrado por vender un negocio. Estamos en ello.

—¿Y con el de Pollença?
—Lo mismo: seguimos indagando y seguro que al final lo aclararemos. No se abandona ningún caso.

—¿Cómo será su gestión: más Guardia Civil en la calle o más investigación de la Policía Judicial?
—La verdad; aún no lo sé. Tengo muchas ideas que me rondan la cabeza. Quizás el modelo es el de más presencia de la Guardia Civil en las calles.

—Usted es mallorquín, de Campos. El idioma no será problema en el Cuerpo.
—No debe serlo. Los idiomas están para comunicarse. Nuestros guardias hacen sus pinitos en inglés, francés o incluso ruso. Otros, por supuesto, saben hablar en mallorquín o catalán.

—Punta Ballena y s’Arenal son dos lastres para la imagen del turismo mallorquín de verano.
—Estoy estudiando cómo enfocar este asunto. Es cierto que no es de recibo que una prostituta agreda a los turistas para robarles. Un turista resabiado no vuelve y le cuenta a las personas de su entorno lo que le ha ocurrido.

—¿Habrá refuerzos en verano para evitar que esos dos núcleos sean Sodoma y Gomorra?
—Son temas delicados, tampoco puede haber una presencia policial brutal. Tiene que haber un equilibrio. Pero posiblemente pediremos refuerzos para garantizar que la situación no se desmadre.