Pasadas las siete de la tarde, la empresa funeraria trasladó el cadáver hasta el anatómico forense de Palma. g Fotos: ALEJANDRO SEPÚLVEDA | Alejandro Sepúlveda

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Un vecino rumano de Inca fue hallado ayer por su hijo muerto y atado a la cama de su casa. En un principio se dio por sentado que se trataba de un homicidio, pero al cierre de esta edición los investigadores barajaban también la hipótesis del suicidio.

El hijo de la víctima había salido por la mañana de casa, para trabajar. Se fue a las siete y volvió a las tres y media. Subió a su piso de la calle Aigua, número 6, en la plaza del mismo nombre, y llamó a su padre. No obtuvo respuesta de Sandor Cornel, un rumano de 52 años que trabajaba en una gasolinera de Inca, y lo buscó por el piso.

En su cuarto, tendido sobre la cama, se produjo el macabro hallazgo. El hombre tenía cinta americana en la boca, estaba vestido y calzado y tenía los brazos atados a la base de la cama. Las piernas también estaban inmovilizadas con cuerda.

El chico, de 23 años, salió corriendo de la casa y pidió ayuda a gritos. La Policía Local de Inca fue la primera en llegar y cuando se confirmó el fallecimiento el caso pasó a manos del Grupo de Homicidios de la Comandancia de la Guardia Civil de Palma.

Los agentes establecieron un control de seguridad junto a la casa y buscaron a los otros familiares del fallecido. Una forense y el juez de guardia, además de los investigadores, inspeccionaron la escena de la muerte y poco a poco fueron apareciendo indicios contradictorios.

Si bien por un lado parecía que se trataba de un homicidio, quizás debido a un ajuste de cuentas, luego cobró fuerza la idea de que Sandor podría haberse atado él mismo para quitarse la vida. Sin embargo, no había señales de golpes o lucha, por lo que no se pudo determinar la causa de la muerte.

Los agentes comprobaron que la casa estaba en perfecto estado, sin cajones revueltos o indicios de una irrupción violenta, y se entrevistaron con los vecinos del edificio de dos alturas para saber si habían oído algo extraño. Otros residentes en esa calle explicaron que apenas conocían a la víctima, ya que no hacía vida social. Otros apuntaron a que padecía depresión desde hace tiempo.