Andreu, con su hijo Andreu, su exnovia Inna y la hija de ella, Iulia

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La sangre fría con la que Fran y Andreu relataron el viernes el espeluznante crimen de Alaró impactó al juez y los abogados presentes.

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En la finca de sa Teulera se registró una auténtica orgía de sangre, que los dos asesinos contaron con pelos y señales. Una carnicería que contrasta con las fotos de esta página, en la que parecen una familia normal. Un mes antes del crimen, Andreu creó un arma «medieval»: un palo plagado de clavos. Ese objeto es el que blandió Fran cuando propinó el primer golpe al empresario, en su cuarto. Luego se sumó su hijo pequeño, esgrimiendo un martillo. La locura de sangre se amplió a otros objetos que fueron encontrando por la casa: un marco, una columnata de decoración, con la que persiguieron a un Andreu Coll Bennàssar que se tambaleaba y trataba de huir. El golpe de gracia lo ejecutó Andreu junior estrellándole un bafle de música en la cabeza. Después tuvieron el valor de ducharlo para no dejar sangre por todo.