Una familiar, conmocionada por la tragedia. | EDGARD GARRIDO

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Una fuerte explosión por causas aún desconocidas sacudió hoy la sede central de la empresa estatal Petróleos Méxicanos (Pemex) y, según un saldo preliminar, se produjeron al menos 25 muertos y más de un centenar de heridos.

Las autoridades mexicanas no han informado sobre la causa del percance, pero los medios de comunicación locales apuntan a la posibilidad de que se haya debido a un problema de calentamiento del sistema eléctrico del complejo.

La sede de Pemex, integrada por una alta torre y varios edificios anexos, se encuentra en el barrio de Anzures, en el poniente de esta capital, que en las últimas horas ha vivido un intenso trasiego de ambulancias y unidades policiales y militares.

La cifra oficial de víctimas fue proporcionada en el lugar de los hechos por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. «Pueden ser más» las víctimas mortales, agregó el alto funcionario, cuyo ministerio se encargó de concentrar toda la información que se daba a los medios de comunicación.

Osorio Chong agregó que trece de las víctimas perecieron en el lugar de la explosión y otra mientras era atendida por sus heridas por equipos médicos.

Fuentes de la Cruz Roja informaron a su vez que otro de los heridos falleció en el hospital al que fue trasladado.

La explosión se registró minutos antes de las 16.00 hora local (22.00 GMT) en el sótano del edificio donde se encuentra la sede de Pemex Refinación, pegada a la Torre Pemex, en la que tienen sus oficinas los directivos de la principal empresa de este país.

El siniestro afectó a la planta baja y a la primera. Desde el exterior de la sede se podían ver muchas ventanas con los vidrios rotos y destrozos en la estructura del edificio.

«Estaba en la planta baja cuando sentí la explosión. Cuando vi lo que estaba ocurriendo traté de correr, pero la explosión me aventó, me hirió y me fracturó un dedo», dijo a Efe un empleado de mantenimiento, Jesús Eduardo, de 23 años.

«Vi primero cómo a un compañero se le separaron hasta las piernas, y junto a él vi mucha gente como muerta», agregó.

Otro empleado, que sólo se identificó con el primer nombre, Alfonso, declaró que en el momento de la explosión vio «polvo y humo gris que se expandió por todo el lugar».

La Presidencia mexicana informó vía Twitter que «las causas de la explosión aún se desconocen». «El personal de rescate y seguridad de Pemex trabaja en la investigación», agrega el texto.

Pemex, en la misma red social, dijo que los peritos están analizando «las causas del incidente». «Cualquier otra versión al respecto es especulación», señaló la petrolera.

Las fuentes oficiales no han confirmado el número de personas que quedaron atrapadas dentro del edificio y que horas después del percance estaban siendo rescatadas por las unidades de Protección Civil.

«Parte del personal que labora en las oficinas centrales de Pemex aún se encuentra en las instalaciones. Se trabaja en su rescate», tuiteó también la Presidencia.

Al área se trasladaron el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y altos funcionarios de su Gobierno. Desde poco después de la explosión, la zona quedó acordonada por efectivos del Ejército y de la policía.

El siniestro registrado en la sede central de Pemex, gran complejo en el que trabajan a diario miles de personas, se produjo cuando terminaban su turno muchos empleados y otros estaban comiendo.

Todos los edificios tuvieron que ser desalojados después de la explosión, en medio de escenas de pánico, mucho nerviosismo, la salida de los heridos y la aglomeración de ambulancias y vehículos policiales, según pudo comprobar Efe.

Decenas de familiares de trabajadores de Pemex llegaron a las instalaciones en busca de información. Angélica María Salazar, dijo a Efe que está muy preocupada porque su esposo, Sergio Alberto Rocha, trabajaba en la zona donde ocurrió el desastre y aún no han recibido noticias suyas.

Los heridos han sido trasladados a centros médicos de las cercanías, donde también se encuentran muchos familiares intentando conocer la suerte de sus parientes, acompañados de otros compañeros.

«Lo único que puedo decir es que volvimos a nacer», dijo uno de los trabajadores de intendencia que estaba en el edificio donde ocurrió el percance.