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La fiscal mantiene las elevadas peticiones de prisión para los padres y los abuelos de tres niños que sostiene que fueron violados y prostituidos durante varios años por los distintos miembros de la familia. El juicio quedó ayer visto para sentencia después de que las vistas se hayan prolongado durante más de un mes.

La principal acusada es la madre de los tres menores para la que se piden 49 años de prisión. El ministerio público sostiene que durante los años 1999 y 2002 la mujer obligaba a los niños a tocarle y que permitió a otras personas mantener relaciones con los niños a cambio de dinero. También se le responsabiliza de haber permitido que su propio padre -abuelo de los niños- también violara a los tres.

Abuelos

Los menores tenían en aquel momento edades de once, cinco y cuatro años de edad. Al abuelo la acusación pública le reclama una condena de 31 años de cárcel. Los mismos que a su mujer por conocer y permitir los abusos. El cuarto acusado, el marido de la madre, responde por un delito de prostitución y se le piden cuatro años de cárcel.

En la última sesión del juicio declararon también las dos psicólogas del Consell Insular que trataron al mayor de los niños desde que los servicios sociales intervinieron en el año 2000. Contaron que en un primer momento se intervino en la familia porque el Ajuntament de la localidad había detectado «una situación de negligencia y de maltrato extremo».

Las psicólogas explicaron que el menor fue junto a sus hermanas a una casa de acogida con otra familia. Allí reveló por primera vez que había sido víctima de abusos: un día, la madre de acogida le puso un supositorio. El niño reaccionó de forma violenta. A partir de ahí desgranó lo ocurrido: «Expresó mucha pena, mucha vergüenza y mucha rabia». El niño llegó a dibujar escenas de abusos muy explícitas en las que reflejaba a su madre y a otros hombres. También relató que le llevaban a un local del centro de la localidad donde le obligaban a estar con su madre y otros hombres. Después, contó que su padre les cobraba.

En el juicio, la víctima se desdijo. Las dos psicólogas explican este comportamiento del ahora adolescente en sus ganas de olvidar lo ocurrido. Además, señalan que mantiene contacto con parte de su familia biológica y que: «No quiere tener la responsabilidad del ingreso en prisión» de sus familiares. Cuentan que es algo comprensible que cuando ya ha rehecho su vida no quiera volver a hablar más de los abusos y de la situación vivida: «Le han robado su infancia», concluyen.