Una ambulancia y una dotación de la Guardia Civil durante la intervención del domingo noche.

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«Para no complicar más las cosas lo mejor es que se entregue. Aún está a tiempo». Una tensa negociación de varias horas con un joven que se había atrincherado armado y con un perro pit bull en un piso de Marratxí tras agredir a su expareja finalizó, en la medianoche de ayer, con la detención del sospechoso. Numerosos guardias civiles, con el capitán a la cabeza, ambulancias y psicólogos participaron en el operativo.

Sobre las ocho de la tarde la Benemérita tuvo conocimiento de que un hombre había cortado con una navaja a su excompañera. La herida era de poca consideración, pero el joven no se quería entregar.

Atrincherado

A partir de ese momento, el asunto se complicó. El sospechoso se había encerrado en un cuarto armado con cuchillos y con un perro pit bull muy fiero. Patrullas del cuartel de la Guardia Civil, la Policía Judicial, un negociador, el capitán de Palma, una ambulancia y un psicólogo del 112 se desplazaron hasta el piso e intentaron calmar al acusado, que estaba muy nervioso.

La puerta de la vivienda estaba abierta, por lo que no fue necesario derribarla, y el joven se había atrincherado en una de las habitaciones. El capitán de la Policía Judicial, y el negociador, comenzaron a dialogar con él, haciéndole ver que la casa estaba rodeada y que no tenía escapatoria. Además, los agentes temían que intentara autolesionarse con las armas que tenía en su poder. Los guardia civiles no llegaron a desenfundar sus armas porque se trataba de un cuarto de pequeñas dimensiones y el protocolo de seguridad, en estos casos, desaconseja la medida.

Tras horas de incertidumbre, los funcionarios entraron en la habitación y cogieron por sorpresa al varón, que todavía intentó atacarles. En pocos segundos, el Grupo de Homicidios se le echó encima y fue reducido en el suelo. Lo peor se había evitado: que atacara a alguien más o que se intentara quitar la vida.