Fuentes oficiales del Kremlin prefirieron no realizar comentarios sobre la secta islámica de Zarán. | Efe

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Una secta musulmana rusa, cuyos miembros fueron acusados ayer de maltrato infantil, mantuvo durante más de diez años bajo tierra a una quincena de niños en una vivienda de Kazán, capital de la república rusa de Tartaristán. Fuentes del Kremlin, que prefirieron no comentar la noticia, señalaron que la secta islámica tenía a 27 niños y 38 adultos bajo tierra.

Algunos niños de la secta apenas habían visto la luz del día y vivían sin contar con los servicios básicos mínimos, incluidos educación y sanidad, en una comunidad que se definió a sí misma como «un Estado con sus propias normas», según la prensa rusa. El jefe policial de Kazán, Ranis Bajitov, reveló al «Primer Canal» de la televisión estatal rusa que al menos quince niños fueron localizados en zulos construidos en ocho niveles subterráneos bajo una vivienda de las afueras de esa ciudad. «Los zulos fueron construidos en forma de laberinto», con habitaciones de seis metros cuadrados», explicó Bajítov.

30 habitaciones

El inmueble, bajo cuyo suelo se hallaron treinta habitaciones en las que 60 personas vivían de forma permanente y al menos desde hace diez años, pertenecía a Faizrajman Sattarov, líder de una secta que formó mediados de la década de los noventa.

Los menores de edad han sido trasladados a hospitales de la región en compañía de sus padres, que seguramente serán privados en breve de la custodia de sus hijos, algo que ya han solicitado a las instancias judiciales las autoridades rusas. «El estado de los niños es satisfactorio. Todos habían sido alimentados (en la secta), aunque estaban muy sucios», señaló la directora de la planta infantil del hospital de Kazán, Tatiana Moroz.