Imagen de los acusados en el juicio que se celebra en la Audiencia. | ultimahora.es

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Llevar un coche en las bodegas de un barco de Barcelona a Palma con dos kilos de cocaína escondidos en el chasis se paga a 2.000 euros. El riesgo son 13 años de prisión. Uno de los catorce acusados de formar una banda de drogas que suministraba cocaína a clanes de Son Banya relató en el juicio el funcionamiento de la red. Fue el único de los acusados que en la segunda jornada del juicio respondió al fiscal: «Se me acusa de correo. Lo admito. Soy culpable. Si quiere hacerme alguna pregunta no tengo ningún problema», espetó sin dar tiempo al presidente de la sala a informarle de su derecho a no declarar.

'Reservoir Dogs'

El acusado reconoce su culpa pero tuvo mucho cuidado en no implicar a sus compañeros de banquillo, entre ellos los dos supuestos cabecillas de la red que movió más de catorce kilogramos de cocaína. «¿Quién le enviaba a usted?», le preguntó con insistencia el fiscal. El acusado, citando Reservoir Dogs se refirió a «un tal Blanco, señor Blanco. Quedé con él en que no me dijera su nombre». Eso sí, acusó a ese supuesto jefe de engañarle: «Quedamos que me pondría dos kilos y me puso tres».

En total, el acusado admite que hizo tres o cuatro viajes a finales de 2009 de Barcelona a Palma. Él recogía un vehículo en el que habían escondido la droga y volvía en barco, una vez al mes aproximadamente. Al llegar a Palma desembarcaba y dejaba el automóvil en la calle Aragón, al lado de un concesionario de coches. Allí lo recogía un extranjero.
El resto de acusados o no contestaron ninguna pregunta o lo hicieron sólo a las que formularon sus abogados, siempre para negar los hechos. Entre los que proclaman su inocencia se encuentra el supuesto líder de la trama en Barcelona que dijo que entregó dinero a otro para abrir un restaurante en Mallorca.

Intento de acuerdo fallido

El inicio de la segunda jornada del juicio estuvo precedido por unas largas conversaciones entre la Fiscalía y las defensas para intentar lograr un acuerdo. Finalmente las negociaciones quedaron en nada y de todos los acusados sólo uno admitió de forma abierta su culpa. Los catorce acusados se juegan en el juicio penas que superan los 14 años de prisión. La principal baza de las defensas se planteó el primer día del juicio al intentar que se excluyan de la vista la conversaciones telefónicas que incriminan a la mayoría de acusados.