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Los dos policías nacionales acusados del atropello mortal este domingo de una ciclista alemana en Mallorca decidieron coger un coche oficial para volver a sus casas tras una noche de marcha por Palma, a pesar de que el conductor duplicaba la tasa de alcoholemia y su acompañante iba mucho más ebrio.

Según han informado hoy a Efe fuentes jurídicas, los dos agentes (uno de ellos inspector de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado) explicaron ayer al juez que cuando el sábado acabaron su turno fueron a cenar a un restaurante del Paseo Marítimo y luego a beber copas a dos bares cercanos, tras lo que se dirigieron, sobre las seis de la mañana, a un local de la zona de Gomila.

Sobre las 9.00 horas se dispusieron a regresar a sus casas, próximas entre sí y cercanas al lugar del atropello en la urbanización Puig d'en Ros, en el municipio de Llucmajor.

Para ello, decidieron coger un coche «k» (sin distintivos) de la Jefatura Superior de Policía de Palma, ya que tenían las llaves porque habían salido de servicio la noche anterior.

Cuando circulaban por la carretera MA-6070, donde ocurrió el siniestro, un policía fuera de servicio vio desde su coche cómo el vehículo policial, de color gris, realizaba un adelantamiento en línea continua detrás de él y se fijó en sus ocupantes.

Vio que el piloto era un hombre con pelo y que el copiloto estaba calvo, lo que coincide con el físico del agente y del inspector, respectivamente, y se fijó en que el último cabeceaba, así como en que el coche iba haciendo eses por la vía.

El coche gris adelantó a su vehículo y pasó luego a otros de forma temeraria, por lo que el agente fuera de servicio telefoneó para avisar del peligro.

Cinco minutos después, según narró ayer el testigo al juez, se encontró con el accidente sin que estuviera ya el coche que lo causó, y se paró para auxiliar a la ciclista herida, a la que practicó la reanimación cardiopulmonar.

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Cuando llegaron los servicios sanitarios, el policía decidió buscar al coche gris después de que el marido de la víctima le relatara que había sido uno igual el causante del atropello, para lo que cogió su vehículo y siguió por la carretera.

Se encontró entonces con el coche gris que circulaba en dirección contraria, aunque ya solo lo conducía el inspector, y le siguió tras dar aviso a la Guardia Civil.

Agentes del instituto armado detuvieron luego a este policía cerca de su casa y, cuando lo arrestaron, el inspector sostuvo que no recordaba ningún accidente pero que él conducía todo el tiempo y que había dejado a su compañero en su casa.

Los guardias civiles y el detenido fueron entonces a buscar al otro policía y, en el momento en que abrió la puerta de su casa, el inspector le espetó a su compañero: «Conducía yo».

Al sospechar de su actitud, los agentes hicieron la prueba de alcoholemia a los dos, que arrojó una tasa de 0,5 gramos por litro en el caso del agente y de 1,2 en el del inspector, cuando la permitida legalmente es de 0,25.

Una vez en la comandancia de la Guardia Civil de Palma, el inspector cambió su versión, corroborada por el testigo, y dijo que quien conducía era el otro.

Ante el juez, el inspector, que tan solo lleva un mes destinado en Mallorca, afirmó que cuando ocurrió el accidente estaba dormido y el agente admitió que él llevaba el coche, pero añadió que no recordaba el accidente, sino que tan solo oyó un golpe y pensó que se había dado contra un muro.

A raíz de sus declaraciones, el juez decretó ayer prisión sin fianza para el conductor por homicidio imprudente, conducción temeraria y omisión del deber de socorro en su tipo agravado, y dejó en libertad al inspector por este último delito en su grado más leve y por conducir bajo los efectos del alcohol.