Falta la cruz de un nicho. | Alejandro Sepúlveda

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Decenas de tumbas del cementerio de Palma han sido profanadas en las últimas semanas por bandas organizadas que se llevan los ornamentos metálicos para venderlos al peso. El siguiente paso es fundir ese material, que se paga a un buen precio.
Fuentes policiales han confirmado a este diario un «incremento importante» de las denuncias o quejas relacionadas con estos saqueos, aunque en realidad la mayoría de los afectados optan por no contar lo sucedido en la Jefatura o el cuartel de San Fernando.

Cuanto más pesado es el ornamento de la tumba o nicho, mucho mejor. Los delincuentes, en estos días, han arramblado con numerosos tiradores de losas, con las letras que identifican al difunto y su familia, con las puertas metálicas de los pequeños altares y con adornos de cobre u otro metal. En algunas zonas del cementerio palmesano hay letreros advirtiendo que se trata de «zonas vigiladas», pero en realidad las mafias que controlan los saqueos organizados actúan con casi total impunidad. De hecho, no hay constancia de ninguna detención al respecto. Algunas fuentes sostienen que las profanaciones de las tumbas se llevan a cabo de noche, y que los autores llevan alicates, destornilladores y otras herramientas para desmontar los adornos metálicos que les interesan.

Un buen negocio

En algunas losas de mármol, en las que antes se podía leer frases del tipo: «Tu familia nunca te olvidará», en la actualidad no hay ni una de las letras. Los ladrones de los metales acumulan el material durante algunos días y después lo llevan a empresas especializadas en la fundición, que les pagan al peso. El negocio, según la policía, es boyante.

Las cruces y crucifijos son otros de los ornamentos más deseados por los sacrílegos. Algunas son de gran tamaño y han tenido que utilizar un pico y un martillo para desencajarla de la tumba. «Hoy en día, los difuntos que están más a salvo son los que tienen una tumba de piedra, con las piedras grabadas directamente sobre la piedra», ironizaba este fin de semana una señora que visitó el camposanto y reparó en el gran número de nichos saqueados.

Incluso los marcos con fotografías de los fallecidos son sustraídos por estas bandas. Suelen ser metálicos y aunque pesan poco, suman algo al botín. Malos tiempos para el cementerio palmesano.