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Requisitos: ser agraciada, tener entre 18 y 30 años, poseer nociones mínimas de inglés y ganas de ganar dinero. En concreto, 1.500 euros a la semana por bailar en clubes de striptease. Todo un caramelo que en realidad escondía una realidad más sombría: la explotación sexual de las bailarinas que llegaban engañadas a Mallorca.

La UCRIF (Brigada Provincial de Extranjería y Documentación) de la Jefatura de Policía ha desarticulado una banda de trata de blancas que traía a la Isla a mujeres del Este, mediante anuncios publicitarios en internet.

Denuncia

La trama se descubrió cuando una mujer llamada Valeria (nombre ficticio de la policía) acudió al CNP y denunció que había sido captada en la red. La joven leyó un anuncio que ofrecía un trabajo estupendo sólo como bailarina erótica, y que matizaba que no era necesario mantener relaciones sexuales ni con jefes ni con clientes. Además, prometían un apartamento de playa a un precio muy reducido.

Valeria contactó vía email con Aleksejs R., un letón de 32 años, y aceptó el trabajo. El varón le pagó el pasaje del vuelo como anticipo y una vez en Mallorca la joven se encuentra con su nuevo jefe y un amigo, llamado Alexandro A., georgiano de 48. Ambos la llevan a un chalet de Calvià, pero el trabajo no llega. Aleksejs la presiona hasta conseguir mantener relaciones sexuales y después le escatiman hasta la comida. La víctima tiene que recurrir a su familia para que le envíe dinero, hasta que finalmente le ofrecen un trabajo de bailarina en un club en decadencia de Calvià. Lo que gana se lo queda Aleksejs y después es trasladada a otro local, donde le presentan a Fernando C., el propietario.

El empresario le pide que le haga en privado un Lapdance (un baile erótico), que acaba en relación sexual. Felipe M., de 30 años, le ofrece otro apartamento, por 400 euros al mes, que al final se convierten en 1.300 sin justificación alguna. El tiempo que Valeria permaneció recluida y explotada, le insistieron en que debía mantener relaciones sexuales, si quería ganar dinero. Entre los cinco detenidos también está Olga R., una letona de 25 años esposa de Aleksejs. Del anuncio de internet, tan idílico, no había nada real: todo era tan virtual como la red.