El acusado, momentos antes de escuchar el veredicto que le declaraba culpable de homicidio. | Alejandro Sepúlveda

TW
1

Darvas Csaba degolló a su pareja Törok Zsombor en el rellano del edificio Las Palomas de Palmanova. Tras apenas cuatro horas de deliberación y por unanimidad, el jurado descartó la hipótesis del suicidio y consideró probado que la pareja mantuvo una discusión en el apartamento que compartían que derivó en un una pequeña pelea. Tras ésta, la víctima salió de la casa. No llegó a bajar un escalón. En el rellano, el acusado -de 33 años de edad- le saltó encima armado con un cuchillo, con una mano le echó para atrás la cabeza y con la otra le cortó el cuello. La muerte fue instantánea.

El relato de hechos que se desprende de la decisión del jurado tiene un punto bueno para el acusado. Descarta el asesinato, dado que, para el jurado, «la existencia de una pelea previa no es compatible con la sorpresa». De esta manera excluye la alevosía y los hechos quedarán como un homicidio. La fiscal solicita que la magistrada presidenta del Tribunal del Jurado fije la pena en quince años de cárcel. La defensa solicita el mínimo: diez.

Pareja

El jurado también deja claro que el acusado y la víctima eran pareja. Durante su declaración, Darvas Csaba había negado este extremo y sólo reconoció que había una amistad especial entre ellos. Sin embargo, el jurado dice que existía un vínculo dado que vivían juntos, dormían juntos y que existen una serie de fotos eróticas de ambos. Esta relación sirve para aplicar al acusado el agravante de parentesco. Los miembros del jurado sí niegan que los padres de la víctima dependieran económicamente de ellos, lo que afecta a la hora de que reciban una posible indemnización.

Para el jurado hay dos pruebas que han sido claves a la hora de condenar al acusado. Por un lado están las tres huellas de sangre que aparecieron en una pared y que no pudo hacer el fallecido, dado que no podía alcanzar ese punto de la escalera con el cuello cortado. La segunda es el cuchillo, que apareció a tres metros del lugar en el que se produjo el crimen. Junto al arma había manchas de sangre que indicaban que alguien lo había dejado allí, es decir, que indicaban que hubo una mano criminal.

También descarta el jurado que la carta que se encontró eN el piso y en el que el fallecido hablara de suicidio fuera una nota de despedida.