Imagen de una de las chabolas del asentamiento que cuenta con electricidad y parabólica para ver la televisión. | J.A. Rey / J. Bastida

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Debajo de un puente, entre cartones, con unas condiciones de insalubridad indescriptibles y rodeados de ratas, se ha instalado un asentamiento rumano en el polígono de Son Valentí de Palma.

Según los vecinos de la zona más de 30 personas, todas ellas de nacionalidad rumana, viven a diario en chabolas rodeadas de escombros y chatarra. Las cifras son variables y algunos trabajadores de la zona afirman que el número de residentes podría superar el medio centenar.

«Desde hace unos meses la cosa se está complicando. Al principio llegaron, montaron unas casetas de cartones y nada más, pero ahora ya hay más de ocho coches abandonados y la basura les supera. Ruidos, escombros, chatarra y especialmente las ratas están causando muchas molestias», añade un trabajador de la zona de polígonos que prefiere mantener su anonimato.

Parabólica

Desde el camposanto municipal de Palma, separado del asentamiento rumano por la autopista y una distancia de 50 metros aproximadamente, puede observarse que las chabolas cuentan con electricidad e incluso con televisión digital y parabólicas.

Las familias, entre las que hay niños de corta edad, han construido viviendas y, de hecho, desde la Empresa Funeraria Municipal (EFM) tuvieron que instalar unas enormes bolas de hormigón en sus accesos para evitar el tránsito de vehículos en sus inmediaciones.

Recientemente, operarios de la citada empresa también se vieron en la obligación de retirar una farola de alumbrado público porque detectaron que había sido 'pinchada' a la red de suministro eléctrico y con un cable que iba por debajo del puente suministraba electricidad al asentamiento.

Ahora, se desconoce la procedencia del 'enganche', pero todas las hipótesis se centran en que nuevamente están 'chupando' corriente del alumbrado público.

Los trabajadores del polígono lo tienen muy claro: «Esta pobre gente vive de la chatarra mayoritariamente. Muchas veces los vemos cargados de carritos de supermercados llenos de cables de cobre y otros objetos metálicos. Es una vergüenza que Cort permita que esta gente viva así», concluyen.

Tratamos de acercarnos, pero no somos bien recibidos, de hecho, tenemos que salir apresuradamente al ser lanzadas varias piedras contra nuestro equipo.