Alejandro de Abarca, asesino confeso de Ana Niculai. | Alejandro Sepúlveda

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El hombre detenido después de que Alejandro de Abarca le implicara en la muerte de la rumana Ana Niculai quedó ayer en libertad provisional después de ser interrogado por la juez en Inca. Ni la Fiscalía ni las acusaciones particulares pidieron medidas cautelares contra el imputado, dado que contra él no existen pruebas de cargo directas. Su implicación se sustenta sólo en una carta del director de la prisión que relata una conversación mantenida entre Abarca y un funcionario en la que el asesino dijo que no había estado solo ese día.


En su declaración, el supuesto encubridor señaló que vio el día de los hechos -el 19 de julio del año pasado- a Alejandro de Abarca. Señaló que él caminaba junto a la sede de Gesa cuando el asesino confeso pasó a su lado en el coche que había robado a la joven y en el que la mantuvo secuestrada antes de matarla. Señala que su entonces compañero de centro de internamiento tocó el claxon y se le acercó para que viera el coche.

Saludo

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Según dijo, de Abarca le reconoció que había robado el vehículo. Ambos cumplían tercer grado y el interrogado ayer le preguntó a su compañero si no tenía miedo de que le sorprendieran. La respuesta de Abarca fue: «No creo que la dueña -Ana Niculai- me denuncie». En ese momento la joven de 25 años podía ir secuestrada en el maletero del vehículo o en la parte de atrás, dado que el supuesto colaborador aseguró ayer en ante la juez que no la vio ni sospechó que ocurriera algo más.


A grandes rasgos, la declaración de ayer del detenido como supuesto encubridor, coincidió con la que ya había prestado ante la juez como testigo del caso. El encuentro con el asesino confeso se produjo en torno a las cinco de la tarde en Palma. La hora plantea ciertas dudas sobre el recorrido que pudo seguir Abarca la jornada del crimen, ya que le situaría en Palma por la tarde. En todo caso sí parece claro que tras secuestrar a la joven a primera hora de la mañana se dirigió a Son Banya y después viajó a Muro.


La instrucción de la causa está muy avanzada y está pendiente de varios análisis forenses. El más importante es de varias muestras tomadas a Alejandro de Abarca tras ser detenido para intentar averiguar si se produjo un posible delito de abusos sexuales. También faltan otras periciales sobre las muestras encontradas por la Guardia Civil en Muro cerca del coche calcinado y la propia tasación de vehículo. El sumario se instruye por el procedimiento del jurado, es decir, que será un tribunal popular en principio quien se encargue de enjuiciar a de Abarca. Ahora está imputado por asesinato, detención ilegal, quebrantamiento de condena, daños, conducción temeraria y por el robo del vehículo, es decir, un total de seis delitos. La mayor parte de éstos están corroborados por su propia confesión ante la Guardia Civil y ante la juez de Inca.