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Mónica Juanatey no tuvo cómplices. Ésta es la conclusión provisional a la que han llegado los investigadores del caso del 'niño de la maleta' tras días de intensas investigaciones.

Una de las incógnitas por despejar de la investigación era saber cómo había trasladado la madre el cuerpo de César de Maó, donde residía, hasta el descampado de Binidalí, a 10 kilómetros de distancia. Fue precisamente en esta urbanización de las afueras de la capital menorquina donde apareció el cadáver en descomposición del menor de nueve años asesinado por su madre.

En coche
El trayecto entre un punto y otro lo cubrió Mónica en el coche de su novio, conduciendo ella y sin ninguna ayuda, según ha averiguado la policía. Tras ocultar la maleta de viaje de color roja con su hijo en el interior entre unos arbustos, regresó a su casa y aparentó vida normal. Hasta hace unos días, cuando los agentes del CNP llamaron a su puerta y le hicieron la pregunta clave: «¿Dónde está su hijo?». «Con su padre», fue su contestación, que le supuso su detención inmediata.

A medida que avanza la investigación del Grupo de Homicidios, y los conocidos y compañeros de Mónica prestan declaración, se conocen nuevos detalles del inquietante comportamiento de la gallega tras cometer el crimen. A su compañero sentimental le explicó que César era, en realidad, su sobrino. Pero con algunos compañeros de trabajo que podían sospechar que había sido madre ideó otra estratagema: contó a algunos de ellos que su hijo había muerto en un accidente de tráfico en Galicia y que no quería hablar del tema, porque era demasiado doloroso para ella.

De esta forma, consiguió que nadie de su entorno laboral le hiciera nunca comentarios sobre César.

El abogado de Juanatey sostiene que sufrió un trastorno mental transitorio. La mujer permanece aislada en la cárcel de Palma, con una presa de apoyo para evitar que intente quitarse la vida.

Cuando a principios del 2008 Mónica se trasladó a Menorca, para vivir con el cibernovio que había conocido en internet, alquiló un piso en la urbanización Jardins de Malbúger, en Maó. Allí estuvo poco tiempo y los investigadores creen que el motivo principal por el que se mudó precipitadamente fue que allí cometió el crimen, ahogando a César en la bañera. Su siguiente vivienda estaba en Es Castell y la última la eligió en la calle Sant Llorenç, también en Maó. En sus tres años en Menorca Mónica convivió con un vigilante jurado y trató de pasar desapercibida. Su gran obsesión era internet y pasaba muchas horas frente al ordenador.