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«Desde pequeño supe que tenía algo que para mí era normal y para los demás no. Tengo un don especial para ayudar a las personas y toda mi vida lo he hecho de forma altruista». Fueron las primeras palabras de Tomás Arroyo Rodríguez, 'El Brujo', frente al tribunal que desde ayer lo juzga en Eivissa por presunto abuso sexual de trece de sus «pacientes», con edades comprendidas entre los 11 y los 19 años.
'El Brujo' negó durante la hora y media que duró su declaración exculpatoria haber mantenido relaciones sexuales, «y mucho menos» aprovechándose de los poderes que él mismo se atribuyó, con alguna de esas jóvenes. Sólo reconoció una relación sentimental, y físicamente «incompleta», con una de las chicas, justo la joven que, según insinuó, podría comandar la «conspiración» que le ha llevado a enfrentarse a 138 años de condena.
Imponer las manos
Tomás Arroyo señaló que se limitaba a «ayudar» a sus pacientes con la imposición de manos y escuchando sus problemas, añadiendo que, en la mayoría de los casos, se limitaba a aconsejarles en sus problemas sentimentales, en sus estudios o en sus conflictos familiares. «Sólo le pedí a una chica que se desnudara. Y fue para que venciera el rechazo a su cuerpo. Nada más. Es una terapia que con otras personas ha funcionado», aclaró.
El otro imputado en la causa, Alberto C., también manifestó al inicio del juicio su «sorpresa» por las acusaciones que figuran sobre su persona.
Cuestión de edad
Negó haber cometido ninguna clase de abusos con las jóvenes cuyos testimonios le han encausado -la Fiscalía pide 34 años de condena por el conjunto de sus actividades presuntamente ilícitas -, y únicamente reconoció ante el tribunal «encuentros sexuales con cuatro chicas mayores de edad y de mutuo acuerdo».