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Miquel Llodrà llegó a los juzgados de Inca con una ironía hacia las cámaras: «Dejen paso al gran asesino». Diez horas después, el hombre de 86 años de edad, salió para ingresar en prisión claramente desorientado por orden de la juez Ana Isabel García.

Durante su declaración, el detenido por la muerte de Anne Wanjiru, reiteró que todo fue un accidente. El acusado aún no ha visto la grabación de la cámara de seguridad que, según adelantó ayer Ultima Hora, demostraría que se trató de un homicidio intencionado. De forma reiterada en su declaración repitió «no vi a nadie», refiriéndose al momento en el que arrancó el vehículo con el que atropelló a su pareja la mañana del martes. De acuerdo con la cinta de seguridad, la mujer estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas cuando Llodrà aceleró y la arrastró durante quince metros.

El detenido mantiene una versión coherente de lo ocurrido ese día hasta el momento en el que se sienta al volante. Sin embargo, su relato del momento en el que arrolla a la mujer es errático. Tanto en su declaración ante la Guardia Civil como en la que prestó ayer ante la juez ha cambiado de forma sustancial su versión. En líneas generales mantiene que no tenía intención de matar a Anne Wanjiru, que lo ocurrido fue un accidente y que no vio a nadie delante del vehículo.

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Discusión
Según lo que relató ayer tarde en Inca, acudió a la vivienda por la mañana temprano porque sabía que tanto su mujer como sus hijos se levantaban tarde y no quería cruzarse con nadie. De hecho llegó a decir que: «Si hubiera llegado cinco minutos antes no hubiera pasado esto». Iba a recoger un busto de su hermana. Llodrà dice que cuando ya había cogido la escultura, Anne salió de su habitación al oír movimiento en el piso de abajo. Cuando le vió comenzó a gritarle: «De esta casa no te llevas nada». En ese momento se inició una fuerte discusión en la que, tal y como lo cuenta el detenido, intervino uno de sus hijos para intentar calmar los ánimos. A partir de ahí es donde el relato del hombre se convierte en confuso. El detenido había denunciado en varias ocasiones a la mujer por amenazas y por agresiones, si bien no llegó a formalizar las acusaciones.

Miquel Llodrà había llegado a los juzgados de Inca en torno a las diez y media de la mañana, transportado en un vehículo de la Policía Judicial de la Guardia Civil. Iba sin esposas y aparentemente relajado. De hecho, ante la aglomeración de cámaras delante de él se permitió ironizar y pedir paso para «el gran asesino». Ni familiares ni curiosos acudieron al edificio judicial, en el que tampoco se adoptaron medidas de seguridad extra por la llegada del hombre de 86 años.

Tras declarar durante un par de horas, asistido por el abogado Josep Antoni Cifré, la Fiscalía solicitó su ingreso en prisión preventiva. La defensa pidió que, dada su edad, se adoptaran otro tipo de medidas cautelares más suaves, como el arresto domiciliario. Sin embargo, ante la gravedad del delito que se le imputa -homicidio- la juez optó por imponer la medida más dura de ingreso en prisión. De esta manera, Llodrà fue conducido hasta el centro penitenciario de Palma. Antes de salir, desorientado, pidió a los agentes que le devolvieran la documentación y el cinturón.