De Abarca, ayer en el juzgado en el que fue condenado por quebrantamiento.

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La mañana del 19 de julio de este año, no fue la primera vez que Alejandro de Abarca dejó de personarse en el centro en el que cumplía el tercer grado penitenciario. Aquel día fue en el que secuestró y asesinó a la joven de 25 años Ana Niculai. Por una ausencia anterior fue juzgado ayer y condenado a una pena de multa. El asesino confeso compareció ayer ante un juzgado de lo Penal de Palma por no presentarse en el centro en mayo de 2009.

De Abarca se reconoció culpable y aceptó una pena de nueve meses de multa con una cuota diaria de tres euros, es decir, la mínima por un delito de quebrantamiento de condena.

Esta es una de las causas que mantiene abiertas el detenido, que también está implicado en un robo con fuerza aún pendiente de juicio. En esa ocasión, está acusado de entrar en una vivienda de Palma para robar y De Abarca ha sido identificado en un vídeo de vigilancia como el autor del asalto.

Dentro de la investigación por la muerte de Ana Niculai, de Abarca también está imputado por el mismo delito por el que fue condenado ayer. El detenido cumplía un tercer grado penitenciario en Palma, el régimen en el que los presos tienen que regresar para dormir. Tras un fin de semana de permiso tenía que regresar el lunes por la mañana al centro. El domingo por la noche estuvo de fiesta y, en lugar de volver, el lunes por la mañana se encontró en un aparcamiento con la joven, a la que había visto en el bar en el que ella trabajaba y la secuestró. Tras ir con ella al poblado de Son Banya y tenerla retenida en el asiento de atrás y en el maletero del coche, terminó con su vida con una dosis de heroína, según su confesión.